jueves, 18 de diciembre de 2003

Biografía y obras destacadas de Juan Pablo Duarte

Contexto histórico

Juan Pablo Duarte historia
Liberalismo - Socialismo utópico
Nace: 26 de enero de 1813
Lugar: Santo Domingo,
República Dominicana
efemérides 26 de enero


Muere: 15 de julio de 1876
Lugar: Caracas, Venezuela
efemérides 15 de julio


Biografía: Padre de la Patria y poeta dominicano. Nacido en el seno de una familia española de origen humilde, Juan Pablo Duarte recibió sus primeras lecciones de su madre y más tarde estudió en una escuela religiosa.

En 1822 el territorio dominicano fue ocupado por las tropas militares del presidente haitiano Jean Pierre Boyer y un año después, se reclutó a todos los jóvenes, por lo que la Universidad de Santo Domingo cerró sus puertas.

Juan Pablo Duarte, siguió estudiando con varios profesores, aprendiendo filosofía, derecho y los idiomas francés e inglés. En 1830 fue enviado por sus padres a Inglaterra para que completase sus estudios, pasando por Estados Unidos, España y Francia.

En ese tiempo, Juan Duarte, puso todo su empeño en aprender de los sistemas políticos de esas naciones, con vistas a aplicarlo en su patria.

Regresó a Santo Domingo en 1833 y comenzó a trabajar en el negocio de la familia, a la par que inspirado por el liberalismo y nacionalismo europeo y con base romántica, soñaba un pueblo dominicano con identidad propia.

Las ideas de Juan Pablo Duarte encontraron mayor eco en el seno de la clase media y para dirigir y coordinar las actividades, creó junto a otros la "Sociedad Secreta La Trinitaria" (1838) bajo el lema "Dios, Patria y Libertad".

En 1843 luchó junto a los revolucionarios haitianos para derrocar a Boyer, hecho que ocurrió en febrero y Charles Herard asumió la presidencia de Haití.

El nuevo presidente haitiano encabeza una ocupación militar de las provincias dominicanas con el objetivo de desarticular al liderazgo separatista y Juan Pablo Duarte debe exiliarse.

Vuelve en 1844 y asume como general del ejército y expulsa a los haitianos pero un desacuerdo con el sector colonialista lo obligó a exiliarse nuevamente. Tras un fugaz paso por su patria en 1861, Juan Pablo Duarte fue obligado a exiliarse por sus propios partidarios y pasó el resto de sus días en Caracas (Venezuela).

Hoy reposa junto a dos de sus compañeros, Francisco Sánchez y Ramón Mella, que conforman la tríada de Padres de la Patria de la República Dominicana.

domingo, 16 de noviembre de 2003

Biografia de Rafael Leonida Trujillo

A LOS 48 AÑOS DE SU MUERTE EN SANTO DOMINGO

Militar y político dominicano nacido en la ciudad de San Cristóbal, al oeste de Santo Domingo, el 24 de octubre 1891, fue hijo de José Trujillo Valdez y Julia Altagracia Molina Chevalier.

Se inició en la administración pública como telegrafista en 1907. Había realizado estudios primarios. Entre 1910 y 1916 se le vinculó a hechos delictivos. Estuvo encarcelado. Militó en el horacismo.

A finales de 1916, Trujillo fue pesador y guardacampestre en algunos ingenios. Durante la ocupación norteamericana ingresó a la Guardia Nacional creada por los norteamericanos (1918) y ascendió vertiginosamente en la carrera militar.

En 1919 se juramentó como segundo teniente y entre los años 20 y 21 participó activamente en el Este en la represión de las guerrillas antinorteamericanas. Se ganó el aprecio de las fuerzas de ocupación.

Tras su salida de una academia militar en Haina en 1921, fue ascendido a capitán en 1922. De inmediato ocupó puestos de alto mando en la Guardia Nacional transformada en Policía Nacional Dominicana.

Con rango de Mayor, dirigió el Departamento Norte de esta institución en 1924. Con el ascenso de Vásquez al poder (1924), Trujillo ocupó la jefatura de la Policia Nacional. Ya en 1927 fue ascendido a general de brigada. Un año más tarde (1928) la Policia Nacional quedó convertida en Ejército Nacional y fue su Comandante en Jefe.

Trujillo, con claras aspiraciones políticas, fue en 1930 la figura militar que respaldó un movimiento cívico, que se originó en Santiago encabezado por Estrella Ureña (ver) que dio al traste con el régimen de Vásquez (1930).

En estos momentos, la legación de los Estados Unidos en Santo Domingo fue sede de un arreglo que elevó a Estrella Ureña a la Presidencia Provisional de la República. Ese mismo año Trujillo se presentó junto a Estrella Ureña, como candidato a la Presidencia en las elecciones generales.

Esos comicios, caracterizados por el fraude y la represión contra sus contrarios, condujeron a Rafael L. Trujillo Molina a ocupar la Presidencia y a Estrella Ureña a la Vicepresidencia. Este último rompió con Trujillo pocos años después.

Imbert Barrera
1940-1950. Este período se inicia con la ampliación de la 2da. Guerra Mundial, que se extiende hasta el Mar Caribe, pues la marina alemana minó sus aguas con submarinos intentando detener el comercio latinoamericano con Europa y los Estados Unidos, y pasó por los triunfos de la Unión Soviética en varios frentes europeos de la guerra, y también, por la entrada de los norteamericanos en dicho conflicto bélico, y la final derrota de las fuerzas del “eje”, Alemania, Italia y Japón.

El fracaso de Hitler por imponer el fascismo totalitario en todo el mundo, y la importante participación de las fuerzas militares de la Unión Soviética en el triunfo de los aliados (las tropas soviéticas ayudaron a liberar a Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Rumania, etc. fueron las primeras que entraron en Berlín, Alemania) contribuyó en toda América Latina y en todo el mundo a fortalecer las corrientes antidictatoriales y a partidos y gobiernos democráticos.

En nuestro país, interpretando ese viraje de la historia, a partir de aquí, (1944), Trujillo dio inicio a un período de apertura política que permitió actuar brevemente a los opositores a su régimen.

Fue en este momento que se fundó el Partido Revolucionario Democrático Dominicano (más tarde Partido Socialista Popular) y la Juventud Democrática. Ambos agrupamientos combatieron abiertamente la dictadura.

Este ensayo de apertura duró poco, pues el crecimiento de las simpatías de ambos grupos en el seno del pueblo dominicano y el inicio de la “guerra fría” entre Estados Unidos y la Unión Soviética, impulsó a Trujillo a la liquidación de la apertura política.

Ya a finales de 1947, los principales dirigentes opositores a su régimen se encontraban, unos en las cárceles, otros desaparecidos o muertos, y no pocos tomaron el camino del exilio.

Durante este período, el dictador amplió aún más el horizonte de sus negocios y riquezas, con la compra de varios ingenios azucareros, la instalación de importantes industrias monopolistas: fábrica de aceite, de sal, marmolería, de tejidos y cordelería, etc. y también liberó al país de la pesada deuda extranjera (Tratado Trujillo-Hull) que agobiaba a la República, desde finales del siglo XIX, y que fue el motivo central que originó la 1ra. Intervención Militar Norteamericana a la República Dominicana, que duró ocho años: entre 1916 y 1924.

En síntesis, el “Benefactor de la Patria”, como se hizo llamar, se convirtió en el más importante empresario capitalista dominicano, y ello le facilitó una extraordinaria centralización y control de la vida política del país, es decir, la consolidación plena de su dictadura 1950-1961.

Esta fase, puede dividirse en dos momentos; el primero, de 1950 a 1951, y el segundo de 1955 al 1961. Se caracteriza, el primer momento, por la firmeza del régimen en esos años, y el segundo momento, por el surgimiento de la crisis económica que al final se convertiría en crisis política y que originaría su caída.

En los primeros años, el dictador disfrutó del absoluto control político y no se registra el más mínimo acto de oposición.

Pero a partir de 1955, año en que la dictadura celebra su 25 aniversario, con la inauguración de la “Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre”, con una serie de actos deslumbrantes e irracionales que costaron al gobierno más de 50 millones de dólares, la situación comenzó a modificarse, y se inicia un período de dificultades que anuncia la entrada en crisis de la tiranía.

Coincide con esta situación, una ligera caída en los precios de nuestros productos agrícolas de exportación y en el plano internacional, con las caídas de varios dictadores latinoamericanos.

Perón de Argentina, sucumbe en 1955, Rojas Pinillo, de Colombia, huye en 1957, Pérez Jiménez, de Venezuela, es derrocado en 1958, y Fulgencio Batista, dictador de Cuba, cae en 1959, a consecuencia de la lucha guerrillera dirigida por Fidel Castro Ruiz, quien habría de dar inicio en aquel país a un proceso revolucionario que se consolidó definitivamente.

Todos estos hechos, pero sobre todo el último, influirían enormemente en nuestro país y fueron factores importantes en la caída de la dictadura.

Por ejemplo: imbuidos del espíritu de rebeldía y de democracia inaugurado por Fidel Castro en Cuba, un grupo de patriotas (Gesta del 14 de Junio) entrenados en Cuba y con la ayuda de su gobierno y el de Venezuela que presidió Rómulo Betancourt, el 14 y el 19 de Junio de 1959, invadió por tres puntos nuestro país, para dar inicio a la lucha armada contra Trujillo.

Su máximo jefe, el comandante Jiménez Moya (junto a más de un centenar de sus compañeros), murió en combate. La acción militar; puede decirse, fracasó. Pero no así, la acción patriótica, pues este hecho levantó enormemente la conciencia ciudadana y a partir de aquí, creció sin detenerse la oposición al régimen tiránico, que respondió a este despertar del pueblo con increíble brutalidad.

Centenares de jóvenes de todas las edades y de ambos sexos, hombres maduros, y hasta ancianos, que de manera individual o en embriones organizativos manifestaban su inconformidad frente a la dictadura, sufrieron encarcelamientos, torturas y no pocos fueron asesinados. Hasta altos dignatarios de la Iglesia Católica, padecieron persecuciones, asedios y hasta amenazas de muerte.

El acontecimiento más horrible de esta etapa fue el asesinato de las “Hermanas Mirabal”, fundadoras de la organización clandestina, 14 de junio, ocurrió en noviembre 25 de 1960.

Este abominable hecho, sacudió verdaderamente la conciencia de todo el país y encendió el espíritu patriótico de los dominicanos.

Por su parte, los Estados Unidos, comenzaron a mirar con preocupación extrema lo que ocurría en la República Dominicana, y orquestaron en la Organización de Estados Americanos (agosto 1960), una sanción contra el régimen por violación a los derechos humanos y como condena a el intento de Trujillo de asesinar al presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, quien meses antes, había sido víctima de un atentado organizado por el dictador dominicano en complicidad con ex oficiales al servicio del derrocado presidente de aquel país, general Pérez Jiménez.

Los norteamericanos, también redujeron la cuota azucarera e impusieron a Trujillo otras sanciones económicas que afectaron sensiblemente la economía nacional y agravaron la crisis del gobierno dictatorial.

También, por medio de sus agentes, los norteamericanos iniciaron contactos con personalidades inconformes con la dictadura a fin de organizar una acción que terminara con la vida de Trujillo.

En ese orden, por medio de un agente norteamericano nombrado Lorenzo Wimpy residente en Santo Domingo, ofrecieron armas y explosivos, pero luego según se conoce, se desvincularon de esos planes.

Tal era el ambiente político nacional e internacional que existía en la República Dominicana, cuando un grupo de decididos, encabezados por Antonio de la Maza , Huáscar Tejeda, Modesto Díaz, Salvador Estrella Sadhalá, el Teniente Amado García Guerrero , Roberto Pastoriza, Pedro Livio Cedeño, Antonio Imbert Barreras, Luis Amiama Tió, el general Juan Tomás Díaz, Tunti Cáceres, y otros, unieron sus esfuerzos, talentos y corajes, para organizar la emboscada que detuvo el automóvil en que viajaba Trujillo, cuando transitaba desde la ciudad capital hacia San Cristóbal, el 30 de mayo de 1961, dando muerte al dictador con el mismo estilo con que había gobernado: a tiros.

El escritor, investigador y diplomático norteamericano, John Bartlow Martin, quien fue Embajador de su país en la República Dominicana durante el régimen de Bosch, (1963) en su libro “El Destino Dominicano” (Edit. de Santo Domingo, 1975) narra con detalles interesantes, el acto de la muerte del tirano.

“A las ocho y media de la noche, uno de los conjurados, el teniente Amado García Guerrero, del Cuerpo de Ayudantes Militares de Trujillo, llamó por

El oficial le dijo que Trujillo ya se había puesto el uniforme, esto significaba que iba a San Cristóbal. El teniente García Guerrero informó a Juan Tomás Díaz.

Este avisó a los asesinos (SIC) que estaban en los coches estacionados cerca de la casa. Trujillo salió a su paseo nocturno con el general Román entre otros. Le recogió como siempre su Chrysler Imperial a prueba de balas.

Inesperadamente Trujillo llevó primeramente al general Román a la base aérea de San Isidro, para una inspección sorpresa; había encontrado “irregularidades” durante el día en la base (según dice, un centinela no había gritado “firmes” a su llegada).

Luego Trujillo fue a su casa y se cambió otro coche, un Chevrolet del 57 o del 58, los expertos difieren en este y otros detalles, y hacia las nueve y veinticinco salió para San Cristóbal.

Al torcer de la Avenida Máximo Gómez a la Avenida George Washington, el primer automóvil de pistoleros se le colocó detrás; Salvador Estrella Sadhalá y Pedro Livio Cedeño.

Al pasar por la Feria, el segundo automóvil de pistoleros se le colocó detrás con cuatro hombres. Antonio Imbert conducía y Antonio De La Maza sentado a su lado; en el asiento trasero probablemente, el teniente García Guerrero y Bienvenido García.

El tercero, Roberto Pastoriza y Huáscar Tejeda Pimentel, esperaban más adelante, impidiendo el paso en la carretera de dos carriles, sólo a una manzana más allá del alumbrado fluorescente de las calles de la ciudad; en el límite con la oscuridad. Las noches dominicanas en el campo son oscuras.

Al aproximarse el coche de Trujillo al obstáculo, el segundo automóvil que le seguía se colocó a su altura. Antonio de la Maza llevaba una escopeta de cañón doble, calibre 12. Disparó a través de la ventana trasera del automóvil de Trujillo.

Según la mayoría de los relatos, este primer disparo le arrancó el costado a Trujillo y probablemente habría sido fatal. De la Maza disparó el segundo cañón por la ventana lateral y sus compañeros dispararon contra el coche con sus calibres 38 y 45.

Aceleraron, pasaron al coche de Trujillo, y al llegar al obstáculo del tercer coche, dieron media vuelta y detuvieron su propio automóvil, enfocando con las luces a Trujillo que se aproximaba reduciendo la velocidad cada vez más.

El primer automóvil de los perseguidores, siempre detrás del de Trujillo, repentinamente dio la media vuelta y se volvió a la ciudad, tal vez confundido, tal vez a causa de un pánico repentino; y uno de los dos hombres que iba en él, Pedro Livio Cedeño, cayó al pavimento que separaba los dos carriles y fue herido en la refriega que comenzó en aquel momento.

Según el chofer de Trujillo, cuando hicieron el primer disparo Trujillo le dijo: “Para el automóvil. Lucharemos, me han herido”. El chofer vio que la ventanilla trasera había volado y que Trujillo se inclinaba, sangrando, contra la puerta derecha. Propuso dar la vuelta y escapar.

Trujillo dijo que era demasiado tarde, que tenían que salir y disparar. El chofer detuvo el coche, con los faros de los dos automóviles cegándole, y falto de experiencia, no se le ocurrió disparar contra las luces. Los asesinos disparaban y Trujillo salió por la puerta de atrás. El chofer, siempre al volante, rompió el parabrisas y comenzó a disparar con su carabina automática San Cristóbal.

Fue alcanzado una vez, luego otra, luego muchas más. Vació su San Cristóbal de treinta disparos, cogió otra, la vació también, cogió una Luger de nueve milímetros, la vació, se tambaleó, vio a Trujillo tendido en el pavimento dejó caer su pistola, dio unos pasos hacia una pared de cemento, se sentó cegado por la sangre y cayó recostándose en la pared sin sentido (milagrosamente sobrevivió, y hoy día se encuentra en Puerto Rico).

Los hombres que habían estado disparando agazapados detrás de sus automóviles se acercaron. Encontraron a Trujillo tendido en la carretera.

De la Maza dijo que estaba muerto. Pastoriza que todavía no había disparado le dio el tiro de gracia en la cabeza, y luego saltó sobre su rostro y cabeza.

De la Maza exclamó: “Este hijo de perra ya no matará a nadie más” y arrastró el cuerpo por un pie hasta uno de los automóviles de los asesinos. Lo metieron en el maletero del automóvil. Quitaron el automóvil de Trujillo del camino, escondiéndolo parcialmente en la maleza.

Sacaron de él una maleta que contenía trescientos mil dólares. Cuatro de los asesinos estaban heridos. Pedro Livio Cedeño el de mayor gravedad. Todos fueron a la casa de Juan Tomás Díaz para informar.

Díaz y Amiama Tió inspeccionaron el cuerpo. Los pistoleros habían hecho su parte. El generalísimo Trujillo estaba muerto. Fuente: Prensa Internacional Dominicana

domingo, 19 de octubre de 2003

Biografia del Joaquin Balaguer

Joaquín Antonio Balaguer Ricardo (nació el 1 de septiembre de 1906 Navarrete (hoy Villa Bisonó), Santiago y murió el 14 de julio de 2002 Santo Domingo).

Abogado, diplomático y escritor. Fue electo presidente de la República siete veces, superando en esto a Buenaventura Báez, que fue cinco veces elegido primer mandatario nacional.

Fue presidente de la República Dominicana en los períodos 1960-1962, 1966-1978, 1986-1996.Compartió el Premio Nacional de Literatura de 1990 con su rival político Juan Bosch.

Vida inicial

Hijo de Joaquín Balaguer Lespier, puertorriqueño y Carmen Celia Ricardo, dominicana, desde muy temprana edad se sintió atraído por la literatura y la política. A los 14 años componía versos que fueron publicados muy poco después.

Se inició en las luchas políticas a raíz de la ocupación militar estadounidense de 1916-1924. En ese momento, asumió una actitud contraria a la misma, contrastando con la sumisión que mostraría ya desde la jefatura del estado frente a las administraciones norteamericanas.

Mientras asistía a las clases en la universidad, comenzó a ganarse la vida en la profesión periodística, como corrector de pruebas y, desde 1924, como articulista en el diario La Información de Santiago de los Caballeros.

En 1927 estuvo en contacto con el prohombre de Puerto Rico, Pedro Albizu Campos, al éste llegar a Santiago junto a otros miembros del Movimiento independentista puertorriqueño. Igualmente, Balaguer trabó amistad con Rómulo Betancourt cuando el entonces estudiante venezolano estuvo en la República Dominicana por 1929, mientras escapaba de la persecución de la dictadura de Juan Vicente Gómez.

Impuesta a sangre y fuego la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo se inscribió en el Partido Dominicano (partido de Trujillo) y así pasó a formar parte del círculo de los colaboradores cercanos del dictador. Estudió Derecho en la Universidad de Santo Domingo y en la Sorbona de París.

De 1930 a 1961 siempre ocupó un puesto en la administración pública. Entró en la política como servidor de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, en la que ocupó cargos importantes: Subsecretario de Educación (1935), Subsecretario de la Presidencia (1936), Vicecanciller (1937), embajador en varios países hispanoamericanos y en la ONU (en los años [1940]), Ministro de Asuntos Exteriores (1954), de Educación (1955) y Vicepresidente de la República (1957).

Primera Presidencia de la República

En 1960, el dictador Rafael Trujillo ideó una maniobra política, e hizo renunciar a su hermano de la Presidencia de la República, buscando sortear las amenazas de sanciones por parte de la Organización de Estados Americanos, OEA, a solicitud del gobierno de Venezuela. Balaguer, quien era el vicepresidente, asumió la presidencia formal.

Estrechamente vigilado por el dictador, Balaguer trató de suavizar el régimen alegando luego, a su caída en forma inaudita, que del mismo "se sentía prisionero".

El posterior asesinato de Trujillo en 1961 dejó a Balaguer como único poder en el país, y enfrentado al difícil intento de desmantelar y de justificar la dictadura. Esto supuso un cambio en las formas políticas de dirección en el país, que Balaguer cambió en forma sagaz para justificarse y quedarse en el poder.

A la muerte de Trujillo su posición no era envidiable, era presionado por la derecha, por los militares, por la izquierda, por la oposición, era abucheado en las calles por la ciudadanía y llamado entre otras cosas muñequito de papel.

Balaguer quería dar muestras verdaderas de que su gobierno se democratizaba, por lo que viajó a Nueva York a pronunciar un discurso ante el foro de las Naciones Unidas el 2 de octubre de 1961:

La República Dominicana pertenece a las Naciones Unidas desde que esta organización nació en 1945, pero es ahora, despues de largos años de adhesión puramente teórica a los principios de la carta de San Francisco, cuando viene en realidad, a incorporarse a este foro universal con plena conciencia de sus obligaciones y de sus deberes; a este foro universal, del que sólo deberían formar parte los pueblos en que no son un mito los acuerdos internacionales ni una mentira los derechos humanos.

Tras la caída del hombre que personificó durante 30 años el estado Dominicano está naciendo un estado de derecho, el edificio de la dictadura se ha desplomado y sobre sus ruinas hemos empezado a edificar con paciencia y sin alardes demagógicos un régimen fundido en los viejos moldes que nos legaron los fundadores de la Republica y que en el fondo no difieren de ninguno de los moldes seculares que creo el genio de Bolívar, el de San Martín, O'Higgins, Morazán, Washington, Juárez y el de los otros grandes próceres de la independencia Americana.

Declaramos ante esta asamblea, que el nuevo gobierno Dominicano se somete desde este instante a la jurisdicción de la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos y la de las Naciones Unidas, nuestra decisión irrestricta es hacer los mismos y los principios que ellos representan como guardianes de los foros inviolables del individuo y como garantía en América y el mundo, de las normas dignificantes de la personalidad humana, queda desde luego supeditadas a los hechos que hayan ocurridos o que puedan ocurrir en la República Dominicana con posterioridad al primero de julio de 1961, fecha a partir de la cual empezó a funcionar el estado de derecho de cuya solvencia moral y política nos hacemos responsables

Luego de la salida de la familia Trujillo y debido a la presión que ejercía la Unión Cívica nacional, creó el Consejo de Estado. Gobernó hasta el 16 de enero de 1962, cuando un golpe de Estado militar le obligó a abandonar la República Dominicana.

De febrero a septiembre de 1963 la presidencia fue ejercida por Juan Bosch, que fue derrocado por un golpe de estado y reemplazado por un Triunvirato y una Junta militar hasta 1965.

Durante ese tiempo, Balaguer vivió en Puerto Rico y luego en Estados Unidos, retornando a la República Dominicana cuatro años después, durante la guerra de abril de 1965.

La razón de su regreso fue el estado de salud de su madre. Tras el estallido de la Revolución de abril de 1965 y de la segunda intervención militar estadounidense, regresó en 1965 con un permiso de 72 horas para visitar a su madre enferma, No obstante, tan pronto pisó suelo patrio se negó a abandonarlo, esto le permitió participar en las elecciones generales de 1966, al frente del Partido Reformista, partido este fundado de forma oportunista por su amigo el Lic. Francisco Augusto Lora durante su exilio en Puerto Rico.

En las elecciones este partido resultó victorioso. estando el país todavía ocupado por los marines estadounidenses. Por otro lado, era evidente que Balaguer le inspiraba confianza al Gobierno de Estados Unidos para conducir los destinos nacionales.

Segunda Presidencia (Los Doce Años de Balaguer 1966-1978)

Primer Discurso junio de 1966
En junio de 1966, en el Congreso nacional, durante el periodo comprendido como los 12años, inicia con el siguiente discurso:

Hay ciertas cosas, que debo dejar terminantemente aclaradas desde el instante mismo que asumo mis deberes en la presidencia de la republica, una de ellas y no la menos importante es la de recordar que las huelgas están prohibidas, cuando durante el gobierno que hoy se inicia, se declare una huelga, los huelguistas quedarán automáticamente cesantes y serán sustituidos sin contemplaciones, todos los partidos tendrán derecho bajo el gobierno que hoy se inicia, a ejercer los derechos que les son privativos, pero cualquiera que intente obstruir el libre funcionamiento del gobierno constitucional, llevar la discordia dentro del seno de las Fuerzas Armadas, fomentar el odio entre las diferentes clases sociales y esparcir la división y la cizaña en el seno de la familia dominicana, nos encontrará de frente, dispuesto a encarar todos los peligros.

Yo no he venido aquí a ponerme el uniforme y las botas de Rafael Leonidas Trujillo, sino a hacer un intento, un nuevo intento, para lograr que esos símbolos de opresión desaparezcan de la vida de todo dominicano.

La Famosa frase de Winston Churchill, que no tenía nada que ofrecerles excepto sangre, sudor y lágrimas es la única que el gobierno que hoy se inicia podrá usar para dirigirse en los próximos 6 meses al pueblo dominicano.

Inicios

El 1 de junio de 1966, jura como presidente constitucional de la República Dominicana, en acto que contó con la presencia de numerosos invitados nacionales e internacionales, entre ellos el Vicepresidente de los Estados Unidos, "Hubert Humphrey". Durante su campaña electoral solía dirigir sus mensajes propagandísticos a la mujer dominicana y al campesinado, tratando de atar a su proyecto político personal las fracciones más conservadoras de estos sectores sociales.

Durante los tres primeros meses de instalado el gobierno, la Asociación Dominicana de Derechos Humanos, declaró que había recibido quejas. Con la anuencia de sectores del gobierno se inició en el país la "Operación Chapeo" con la finalidad de exterminar los remanentes izquierdistas sobrevivientes al conflicto de abril del 65.

Con la abstención electoral del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), debido a la represión política y a la participación de las Fuerzas Armadas en las actividades proselitistas, el doctor Balaguer fue reelegido en 1970 y 1974.

El 1 de enero de 1971 designó al general Enrique Pérez y Pérez en la jefatura de la Policía nacional. Varias semanas después hizo su aparición en las calles de Santo Domingo un grupo autodenominado Frente Democrático Anticomunista y Antiterrorista, mejor conocido como La Banda que se encargó de implantar el terror en las calles para servir sus propios intereses. Durante esa época fueron asesinados numerosos dirigentes de la izquierda dominicana.

Balaguer se consolidaba según algunos como representante de la derecha dominicana, iniciando un gobierno caracterizado por la influencia de Estados Unidos; un gobierno que contribuyó inestimablemente al estado de subdesarrollo y atraso de la República Dominicana.

Sin embargo, a través de la visión que lideraba, incentivó la producción industrial y priorizó la construcción de infraestructura vial, presas, carreteras, entre otros.

Para las elecciones de 1970 y de 1974, con su Partido Reformista volvió al poder hasta el 1978 cuando las circunstancias políticas mundiales habían cambiado. Para ese entonces, los EEUU tenían la llamada doctrina de los Derechos Humanos como herramienta política para el mundo y el hemisferio americano.

Unas de las Caracteristicas de los doce años de Balaguer

- En 1961 tuvo la tarea de iniciar en territorio dominicano el resteblecimiento de la libertad. Libertad que no representó a favor de las masas, sino bajo las condiciones dictadas por los intereses norteamericanos, a los cuales se subordinó incondicionalmente. Las represiones de su gobierno dejaron más de 3000 muertos, entre ellos estudiantes y parte de la intelectualidad Dominicana por mera oposición.

Denuncias de violaciones a los Derechos Humanos
El periódico El Nacional de 2002 señala:

1966, las muertes de Guillermo Peláez, Rolando de la Maza, Radhamés García, Vinicio Antonio Franco, el ex teniente Juan Rafael Bisonó Mera, Miguel Reyes Santini y Ramón Emilio Mejía -Pichirilo-.

Pichirlo había tenido una destacada participación en la guerra civil, donde gozaba de prestigio y popularidad entre los combatientes constitucionalistas, su muerte provoca una ola de protestas ante el nuevo gobierno.

1967, las muertes de Guido Gil Díaz, William Jiménez, Luis de Peña, Vidal Peguero, Orlando Mazara, Roberto Basilio Perdomo y Roberto Nivar.

1968, las muertes de Flavio Suero, Modesto Rodríguez, Héctor Santiago, Rafael Mota.
1969, las muertes de Henry Segarra Santos, Silvio Abud, Salomón Lama B., Rafael Vargas y el profesor Eladio Peña de la Rosa, entre otros.

En noviembre de 1969 un grupo de mujeres anunció la formación del Comité de madres, esposas y familiares de los muertos y desaparecidos, donde dieron a conocer un listado de muertos y desaparecidos, y revelaron que en los tres primeros años del gobierno, 366 personas fueron muertas o desaparecidas por causas políticas.

1970, los principales muertos fueron: Otto Morales y Amin Abel Hasbún, ambos dirigente del Movimiento Popular Dominicano (MPD).

1971, entre los revolucionarios asesinados o desaparecidos están Maximiliano Gómez Horacio (-El Moreno-), Homero Hernández y Rafael Guillén.

1972, entre los muertos figuran Sagrario Ercira Díaz Santiago, Amaury Germán Aristy, Bienvenido Leal Prandy (La Chuta), Virgilio Perdomo Pérez y Ulises Cerón Polanco.
1973, los muertos de mayor renombre fueron el coronel Francisco Caamaño Deñó y Gregorio García Castro (Goyito).

1974, la muerte de Florinda Soriano (Mamá Tingó).
1975, la muerte del periodista Orlando Martínez Howley.
1976, las muertes de José Vizcaíno y Luis Martínez, entre otros.
1977 y 1978 las muertes de Guillermo Rubirosa, Héctor García y otros.

Tercera Presidencia (Los Diez Años de Balaguer 1986-1996)
Para el 1984, el Partido Reformista se alía con el Partido Revolucionario Social Cristiano, formando así el actual Partido Reformista Social Cristiano (PRSC).

El Dr. Joaquín Balaguer regresó al poder en las elecciones de 1986, donde derrotó por escaso margen al candidato por el PRD, Jacobo Majluta. Gobernaría de nuevo por tres períodos consecutivos, los cuales se caracterizaron por su apego al desarrollo de infraestructura del país pero los que a la misma vez estuvieron plagados por sospechas de fraudes electorales.

Se inició un largo período de gobierno de 10 años, matizados por un cambio en la forma de manejar la Administración pública y de lo que algunos promulgan como reducción en la pobreza, aunque muchos otros los consideran como la reducción de la clase media. Estos resultados mixtos resultaron en una gran división de opiniones.

Muchos opinan que sus acciones motivaron a las fuerzas populares a promoverlo y mantenerlo en el poder, mientras que una gran parte del pueblo opina que sus hazañas políticas resultaron ser nada más que el eco del legado Trujillista de decepción y engaño al pueblo.

En este período, Joaquín Balaguer mantuvo una cierta política de populismo, en lo que se refiere a la entrega de canastas, dinero y otras "dádivas" al pueblo Dominicano con el propósito de gobernar a base de demagogia.

Esta actitud, tan diferente a la mostrada durante el régimen de los doce años, parece confirmar que la mano dura mostrada con anterioridad, se debía a la falta de conocimiento de una real democracia.

En 1990, con una abstención del 40%, Balaguer logra reelegirse con el 35.1% de los votos, contra el 33.9% del Partido de la Liberación Dominicana, y un PRD que mantenía una crisis interna.

Este proceso se caracterizó por la expresión de amplios sectores de la vida política y social, que criticaban la legitimidad de dichas elecciones, a lo que Balaguer respondió lanzando los militares a la calle y decretando un toque de queda.

Es bueno señalar que en ese momento existía una situación económica precaria caracterizada entre otras cosas por un proceso inflacionario del orden del 100 por ciento y escasez de bienes tan importantes como la gasolina.

Con igual capacidad de maniobra de elecciones, se impuso al PRD en las elecciones de 1994, esta vez al propio líder de la socialdemocracia latinoamericana y mundial, José Francisco Peña Gómez.

Balaguer obtuvo un 42.3%, contra un PRD que obtuvo el 41.6% de los votos, donde se asegura que ocurrieron alteraciones de actas y del padrón electoral en la misma Junta Central Electoral.

Como recogen algunos libros de historia dominicana, el fraude fue posible de identificar dado que los partidos políticos tenían previamente el padrón original, así como la exclusión de miles de personas de dichas elecciones, y la duplicación de votantes inscritos.

Con la participación abierta del gobierno de EEUU, a través de un Subsecretario para Asuntos Hemisféricos, su período fue recortado a dos años en lugar de cuatro como dice la Constitución. En este sentido, cumplió su palabra de poner su cargo a disposición de la administración americana.

El acuerdo político de los gobernantes, de sectores del poder fáctico que incluye a la Iglesia Católica, y de los dirigentes de los partidos políticos, dejaron establecida una reforma constitucional que se hizo el 14 de agosto de 1994, es decir, dos días antes de la entrega del mando para el reinicio del nuevo período constitucional.

Este acto de consenso jurídico fue preferido a la anulación total de las elecciones y fue conocido como "Pacto por la Democracia".

En 1996, en unas elecciones en doble vuelta, (una de las modificaciones constitucionales introducidas) Balaguer terminó el período de dos años acordados en el referido pacto, sustituyéndole en la Presidencia Leonel Fernández, discípulo de Juan Bosch y miembro del Partido de la Liberación Dominicana, quien logró hacerlo por la alianza entre Balaguer y el PLD.

En las elecciones presidenciales de 2000, Balaguer, a la edad de 94 años, postuló por novena y última vez a la Presidencia de la República Dominicana; pese a las enormes limitaciones físicas debidas a su avanzada edad (se encontraba prácticamente ciego) y al cúmulo de críticas s sus anteriores gobiernos, logró más del 20% de los votos, ubicándose en el tercer lugar.

Características del gobierno de Joaquin Balaquer

Su esquema es simple relativamente: Consistió en reducir todos los gastos corrientes, a través de una estricta política de austeridad, a fin de incrementar el ahorro centralizado del Estado para acumular fondos convertibles en capital fresco para la inversión pública.

Obviamente, esta inversión pública estaba fuertemente centralizada en su persona, que lo convertía en una figura necesaria por las obras de infraestructura que creaba.

Además, con ello creaba una casta de contratistas que eran capaces de dar la vida por él, aunque llegó a decir que "la corrupción era tan grande que sólo se detenía en la puerta de su despacho".

El último de sus grandes proyectos fue el Faro a Colón, un monumento faraónico a Cristóbal Colón en Santo Domingo de Guzmán que erigió en 1992 a pesar de las críticas y del alto costo para conmemorar la Celebración del V Centenario del Descubrimiento de América.

Políticos y observadores de la historia dominicana también critican el ambiente de represión política y censura que se dio cuando Balaguer ocupó el poder, sobre todo durante el gobierno de los doce años, y los vínculos estrechos que tuvo con el régimen trujillista de (Rafael Leónidas Trujillo) antes de convertirse en uno de los caudillos más significativos de República Dominicana.

Fue objeto de fascinación e incluso de inspiración literaria como es el caso del personaje de ficción de la novela «Los que falsificaron la firma de Dios» del escritor dominicano Viriato Sención. Asimismo aparece en «La fiesta del chivo» del peruano Mario Vargas Llosa.

Entre los lemas de campaña de su partido se encontraban, "Lo bueno no se cambia"(1974-1978) "Cuatro años más y después hablamos" (1990-1994) "Y vuelve y vuelve Balaguer"(1982-1986) "Y sigue y sigue Balaguer" (1994-1998), "Lo que diga Balaguer"(1994-1998) y " Adelante compatriotas, a paso de vencedores",entre otros.

Su legado en República Dominicana es contradictorio. Mantuvo una relativa estabilidad política y económica en el país por muchos años, centralizó todas las decisiones gubernamentales y lanzó programas masivos de construcción de carreteras, puentes, hidroeléctricas y monumentos, con la intención clara de que su impronta personal quedara marcada en piedra -aun y cuando las clases más pobres continuaran sumidas en la miseria.

Críticas

Teniendo el Dr. Balaguer un accionar político, a decir de muchos, censurable, constituyó un liderazgo ilustrado y despótico, sumado a su esquema de austeridad sobre la base de explotar a los sectores populares en beneficio de la acumulación de recursos en manos del Estado.

No pocos políticos hicieron fortuna o agrandaron enormemente la que ya poseían durante los gobiernos de Joaquín Balaguer. Aún así, el Congreso Nacional le declaró "Padre de la Democracia Dominicana".

Queda bajo su resposabilidad la muerte de más de 3,000 dominicanos que perdieron la vida entre 1966 y 1974 por razones de índole política, en su mayoría opositores a su régimen, ya que creó y estimuló un clima de irrespeto a los más elementales derechos del ser humano, amparando bajo el manto de la impunidad a conocidos criminales que actuaban en nombre de su gobierno.

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Obra literaria

Para 1970 tenía publicados 24 libros, 7 de los cuales son de elogio y defensa a la Era de Trujillo. Los restantes, son de versos y de ensayos históricos y literarios. En el prólogo de uno de sus libros de versos, hizo una inusual confesión de sus sentimientos, al escribir:

Abro este paréntesis para llenarlo de odio y de gratitud. Odio a los que en plazas y corrillos me combatieron acerbadamente; odio a los poetas afeminados que envidian la virilidad de mi arte; tengo el orgullo de ser, en nuestro medio árido, como una planta rara que sólo necesita para vivir de la savia de su arte y del aire que respira en la atmósfera de sus sueños.

Yo aborrezco el ambiente en que me ha tocado nacer, pero aborrezco más a los intelectuales (con muy pocas excepciones) con quienes he tenido la mala suerte de codearme...” “Mi TEBAIDA LIRICA molestará a muchos (yo gozo molestando) y algunos borricos rebuznarán (yo gozo oyendo rebuznar)

Como literato tiene una extensa producción de versos de cuestionable valor literario, ya que reflejan un estilo decimonónico con intenciones y ciertos aires modernistas poco innovadores y de aporte a la construcción del verso, así como de novelas de alto contenido político más que literario.

Sus obras y sus ensayos históricos están llenos de datos y de anécdotas pero carecen de los rigores metodológicos de la ciencia histórica, sin análisis de aspectos cruzados entre las ciencias sociales. Por ser abundantes en datos de los cuales era un gran conocedor, más que historiador, a Joaquín Balaguer debiera considerársele un gran historiógrafo.

Sin embargo, una de sus obras menos conocidas y menos leídas por sus acólitos, Apuntes para una Histórica de la Prosódica de la Métrica Castellana (1954), es considerada por autores célebres como Tomás Navarro Tomás (discípulo de Ramón Menéndez Pidal), en su obra Métrica Española (1956), como un aporte "significativo y único en el estudio de la métrica castellana y el verso de arte mayor". Este estudio filológico, da a Balaguer un carácter trascendente y universal en las letras hispanoamericanas.


Nunca se sabrá la razón que pudo tener este caudillo intelectual para no reconocer nunca la existencia de sus hijos

Al recibir el premio Nóbel 2005, el escritor británico Harold Pinter inició su discurso diciendo: “No hay grandes diferencias entre realidad y ficción, ni entre lo verdadero y lo falso. Una cosa no es necesariamente cierta o falsa; puede ser al mismo tiempo verdad y mentira”.

Estas palabras caen como lluvia en tierra árida en cuanto a la persona, la vida, la conducta política y moral del doctor Joaquín Balaguer, un hombre que definitivamente hizo del enigma el soporte de su constitución síquica y de su propia vida e imagen pública.

En un diálogo público con Felipe González, expresidente del gobierno español, el novelista Mario Vargas Llosa dijo que Joaquín Balaguer es una de las personas más misteriosas y enigmáticas que ha conocido. El tema de la conversación era la novela “La fiesta del chivo”, de tema dominicano, escrita por el autor hispano peruano, y en la que Joaquín Balaguer interviene como un personaje importante.

Es difícil describir la figura de Joaquín Balaguer cuando dejamos a un lado el aspecto político , pues hablar del aspecto ético-moral resulta un tanto complejo, fue un hombre que amó profundamente a su familia, él mismo describe el enorme sufrimiento con la muerte de sus diferentes seres queridos (Su Padre, Su Madre, Sus Hermanas), recordemos incluso que cuando murió su hermana Carmen Celia, el Dr Balaguer permaneció por más de 20 horas ante su féretro sin ingerir agua ni alimentos, entonces nos preguntamos,

¿Qué razón pudo tener este caudillo intelectual para no reconocer nunca públicamente sus hijos?

esto será difícil saberlo pues su muerte se llevó la respuesta a la tumba y sus más cercanos parientes y asistentes se niegan a hablar mucho de ello, aunque por lo menos han admitido que Balaguer dejó varios hijos, lo más extraño es que no sólo no los reconoció sino que tampoco, salvo pocos casos, les interesó conocerlos, tratarlos ni ayudarlos económicamente, y mucho menos habló públicamente jamás de este tema, se dieron sin embargo uno que otro caso en que pareció intervenir a través de familiares quienes incluso llegaron a criar a escondidas a una hija en Puerto Rico, a pagarle los estudios y la manutencion a otra y al final de su vida uno de sus hijos silentes llego a ser nombrado Fiscal del Distrito, veamos lo que se sabe sobre los descendientes confirmados de Joaquín Balaguer

Hijos de Joaquín Balaguer

En ocasión de su muerte en 2002, surgieron a la palestra pública como descendientes suyos las siguientes personas:

Con La Señora Juana Cuascut

(1) Gloria Nilsa Balaguer Lespier (n.1945) Fue criada por las Tías del Dr Balaguer residentes en Puerto Rico, se supo que era traída clandestinamente al país y llevada a la casa de la Maximo Gómez del Dr Balaguer.

(2) Joaquín Jesús Balaguer Cuascut, Su nombre original era Jesús Pérez ya que fué reconocido por su padrastro, pero un tribunal de Miami le autorizó a usar el apellido de su padre y cambió su nombre y apellido ,y la primera (Gloria Nilsa) adquirió los apellidos de las tías del Dr. Balaguer, Isabel y Dolores Balaguer Lespier, quienes la criaron.

Con Carmen Mallén

(3) César Joaquín Mallén nacido en 1953,

Con Mercedes Castillo

(4) Alexis Joaquín Castillo, procreado en 1956, llegó a ser designado Fiscal del Distrito Nacional, fue uno de los pocos casos en que pareció interesarse por ayudar un hijo, sin embargo nunca lo reconoció como tal, esto se confirmó luego de su muerte.

Con Hilda Dolores Bisonó Mera

(5) Luis Gustavo Bisonó (oficial de la Policía de New York), nacido por el año de 1962 en New York y todavía vive en los Estados Unidos.

Con Aura Celeste Solís

(6) Mercedes Antonia Solís, nacida hacia 1966. Balaguer le costeó sus estudios en el Colegio Santa teresita (cerca del Palacio Nacional), muy a menudo la llevavan al palacio de Gobierno y jugaba en el Jardín, pero pocos supieron realmente de quién se trataba, también mas tarde a sus hijos (Los Nietos de Balaguer) , les fueron pagados sus estudios hasta la muerte del Ex-Presidente, Mercedes estudió Derecho y posteriormente realizó estudios de Post-Grado en España, costeado siempre por el Dr Balaguer.

Con Cuca Bastardo

(7 y 8 ) Antonio Bastardo y Nieves Bastardo.

Se sabe muy poco de estos hijos ocultos de Balaguer con Cuca Bastardo.

Como podemos ver, el Dr Joaquín Balaguer tuvo 8 hijos conocidos hasta ahora, rumores hablan de algunos más de los cuales se sabe muy poco, las razones que lo llevaron a ocultar la existencia de ellos nunca lo sabremos, pero de seguro que si existiera algún premio o reconocimiento a sus acciones, se ganaría el PREMIO NÓBEL A LA IRRESPONSABILIDAD PATERNAL.

jueves, 27 de febrero de 2003

27 De Febrero día de la independencia Dominicana

En 1844 los dominicanos expulsaron a los haitianos que ocuparon el país durante 22 años luego de que en 1821 se lograra un acuerdo amistoso de independencia con la Corona Española.

En busca de su propio destino y un futuro mejor, la colonia española en Santo Domingo se separó de España en forma no bélica mediante transacciones pacíficas.

Sin embargo, el ansia de libertad e independencia de los habitantes de la parte española de la isla de Santo Domingo se vio cercenado con la inesperada invasión de nuestro país por el ejército de la vecina nación haitiana.

Durante 22 años ocuparon los haitianos territorio dominicano e intentaron eliminar el idioma y las costumbres. Obligaron a publicar los documentos oficiales en francés y otras medidas que atentaban contra la esencia misma de las tradiciones y cultura de lo que vendría a ser más tarde el pueblo dominicano.

La segunda mitad de febrero presenta en República Dominicana a una intensa agenda de actividades dedicadas a las fiestas patrias en celebración de la Independencia Nacional lograda el día 27 de febrero y en conmemoración de la lucha patriótica de los héroes de la Independencia Nacional.

Aunque Duarte no estaba, los trinitarios no cejaban en sus acciones y en la causa de la libertad del país. Francisco del Rosario Sánchez, Matías Ramón Mella y Vicente Celestino Duarte dirigían a los trinitarios, casi sin recursos, hacían circular las ideas en hojas manuscritas, para organizarse y sumar adherentes a las ideas separatistas.

El 16 de enero de 1844, fue redactada por don Tomás Bobadilla, la Manifestación de los pueblos de la parte este de la isla, denominada antes Española o de Santo Domingo, en la que se enunciaban las causas de su separación de la República haitiana. Esta Manifestación sería la ley que regiría la república proclamada, hasta que se promulgara su constitución.

Esa noche del 27 de febrero de 1844 iban congregándose poco a poco, pequeños grupos de patriotas que provenían de las distintas zonas de la ciudad.

El comienzo de la acción separatista fue indicado por un trabucazo disparado por Matías Ramón Mella en la puerta de la Misericordia, y que fue oído por todos los habitantes de la ciudad.

Aunque Juan Pablo Duarte, el padre de la Patria, se hallaba ausente, la noche del martes 27 de febrero de 1844, en la puerta del Conde de la ciudad de Santo Domingo, la República Dominicana era proclamada por Tomás Bobadilla, Francisco del Rosario Sánchez, Matías Ramón Mella, Manuel Jiménez, Vicente Celestino Duarte, José Joaquín Puello, Gabino Pueblo, Eusebio Puello, Eduardo Abreu, Juan Alejandro Acosta, Remigio del Castillo, Jacinto de la Concha, Tomás de la Concha, Cayetano Rodríguez, Félix María del Monte y otros patriotas, quienes expresarían a alas autoridades haitianas su "indestructible resolución de ser libres e independientes, a costa de nuestras vidas y nuestros intereses, sin que ninguna amenaza sea capaz de retractar nuestra voluntad".

Ese 27 de febrero de 1844, Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella, cuando llegada la noche se dirigían hacia la Puerta del Conde, en el baluarte de San Genaro, izan la bandera dominicana. Ondea en la ciudad de Santo Domingo la bandera bordada por Concepción Bona y su prima María de Jesús Piña, junto con otras damas.

La Bandera había surgido de un proyecto presentado por Juan Pablo Duarte y aprobado, el 16 de julio de 1838 en La trinitaria, donde se presentaban los colores y la forma de la enseña que representaría al nuevo estado, que se denominaría República Dominicana.

La cruz blanca la cruz es el símbolo de la lucha
de los libertadores para legarnos una patria libre.

Los patriotas habían planeado que en la noche del 27 de febrero tomar posesión de todos los fuertes emplazados en la muralla y del puerto. Para llevar a cabo estas acciones, contaban con la cooperación de varios militares que apoyaban la causa y que estaban dispuestos a entregar sus posiciones y ayudar a tomar la Fortaleza.

Ante el apoyo popular y de diversos grupos que unían sus fuerzas por la libertad, los haitianos se consideraron incapaces de combatir un alzamiento de tal magnitud, y el 28 de febrero se obtuvo la capitulación de la guarnición haitiana.

Manifiesto de los habitantes de la parte del Este de la isla antes Española o de Santo Domingo, sobre las causas de su separación de la República haitiana:

La defensa y el respeto debidos a la opinión de todos los hombres y a la de las naciones civilizadas imponen a un país unido a otro y deseoso de retomar y reivindicar sus derechos rompiendo sus lazos políticos, que declare con franqueza y buena fe los motivos que lo inducen a dar ese paso, a fin de que no se piense que lo ha impulsado un espíritu de curiosidad y de ambición.

Creemos haber demostrado con nuestra heroica constancia que deben soportarse los males de un gobierno mientras nos parezcan soportables, siendo mejor eso que hacer justicia o sustraernos a los mismos.

Pero cuando una larga serie de injusticias, de violencias y de vejámenes acaba por probar la intención de reducirlo todo a la desesperación y a la más absoluta tiranía, es entonces un sagrado derecho para los pueblos y aun un deber, sacudir el yugo de semejante gobierno y proveer nuevas garantías que les aseguren su estabilidad y su prosperidad futura.

Por el hecho de que los hombres no se han reunido en sociedad sino con el objeto de trabajar en su conservación, que han recibido de la Naturaleza el derecho de proponer los medios y de buscarlos a fin de obtener ese resultado, por esa misma razón, semejantes principios los autorizan a ponerse en guardia, a precaverse de todo lo que puede privarlos de tal derecho, cuando la sociedad se halla amenazada.

Esa es la razón por la cual los habitantes de la parte del Este de la isla, antes Española o de Santo Domingo, valiéndose de sus derechos, impulsados como lo fueron por veintidós años de opresión y oyendo de todas partes las lamentaciones de la patria, han tomado la firme resolución de separarse para siempre de la República haitiana y de constituir un Estado libre y soberano.

Hace veintidós años que el pueblo dominicano, por una fatalidad de la suerte, sufre la más infame opresión: ya sea que ese estado de degradación haya dependido de su verdadero interés, ya sea que se haya dejado arrastrar por el torrente de las pasiones individuales, el hecho es que se le ha impuesto un yugo más pesado y más degradante que el de la antigua metrópoli,

Hace veintidós años que el pueblo, privado de todos sus derechos, se ha visto violentamente despojado de todos los beneficios en los cuales hubiera debido participar si se lo hubiese considerado parte integrante de la República. Y poco faltó para que se le quitara hasta el deseo de sustraerse a tan humillante esclavitud.

Cuando en febrero de 1822, la parte oriental de la isla, cediendo tan sólo a la fuerza de las circunstancias, aceptó recibir el ejército del general Boyer que, como amigo, fue más allá de los límites de una y otra parte, los españoles dominicanos no pudieron creer que, con tan disimulada perfidia, hubiera podido faltar a las promesas que le sirvieron de pretexto para ocupar el país y sin las cuales hubiese debido vencer muchas dificultades y hasta caminar sobre nuestros cadáveres, si lo suerte lo hubiese favorecido.

No hubo un solo dominicano que no le recibiera
entonces sin demostraciones de simpatía.

Por doquier donde pasaba, el pueblo salía a su encuentro; creía encontrar en el hombre que acababa de recibir en el Norte el título de pacificador, la protección que le había sido prometida de una manera tan hipócrita; pero muy pronto, mirando a través del velo que escondía sus perniciosas intenciones, se descubrió que se había entregado el país a su opresor, ¡a un tirano feroz!.

Con él entró en Santo Domingo la maraña de todos los vicios y de todos los desórdenes, la perfidia, la delación, la división, la calumnia, la violencia, la usurpación y los odios personales, desconocidos hasta entonces en el alma de ese pueblo bondadoso.

Sus decretos y sus disposiciones fueron los principios de la discordia y la señal de la destrucción. Por medio de su sistema maquiavélico y que todo lo desorganizaba, obligó a las familias más respetables a emigrar, y con ellas desaparecieron de la tierra los talentos, las riquezas, el comercio y la agricultura.

Alejó de su consejo y de los principales empleos a los hombres que hubieran podido defender los derechos de sus conciudadanos, proponer un remedio a sus males y hacer conocer las verdaderas necesidades del país.

Menospreciando todos los principios del derecho público y de gentes, redujo a muchas familias a la miseria y a la indigencia, quitándoles sus propiedades para reunirlas al dominio de la República, darlas a individuos de la parte occidental o venderlas a vil precio a los mismos. Desoló la campiña y destruyó la agricultura y el comercio.

Despojó las iglesias de sus riquezas, maltrató y humilló a los ministros de la religión, los privó de sus rentas y de sus derechos y, con su negligencia, dejó que cayeran en ruinas los edificios públicos para que sus lugartenientes se aprovecharan de los destrozos y pudiesen de tal suerte satisfacer la avaricia que traían consigo desde el occidente.

Más tarde, con el objeto de dar a esas injusticias las apariencias de la legalidad, emitió una ley para que se incorporaran al dominio del Estado los bienes de los ausentes, cuyos hermanos y parientes se hallan hasta hoy en la más horrible miseria.

Tales medidas no satisfacían su avaricia. Puso también su mano sacrílega en las propiedades de los hijos del Este y autorizó con la ley del 8 de julio de 1824 el latrocinio y el fraude.

Prohibió la comunidad de las tierras comunales que, en virtud de convenciones y para la utilidad y las necesidades familiares había subsistido desde el descubrimiento de la isla, y eso con el único fin de que el Estado sacara provecho.

Con esa medida, acabó por arruinar las hattes y empobrecer a muchos padres de familia; pero a él poco lo importaba arruinarlo y destruirlo todo.

Tal era la finalidad de su insaciable avaricia.

Dotado de gran imaginación para llevar a cabo la obra de nuestra ruina y reducirlo todo a la nada, imaginó un sistema monetario que redujo insensible y gradualmente a las familias, los empleados, los comerciantes y la mayoría de los habitantes a la más negra miseria.

Es con tal criterio y la influencia de su política infernal que el gobierno haitiano propagó sus principios corruptores. Desencadenó pasiones, suscitó espíritu partidario, forjó planes destructores, estableció el espionaje e introdujo la cizaña y la discordia aun en los hogares domésticos.

Si un español se atrevía a hablar contra la opresión y la tiranía, era denunciado como sospechoso, se lo encerraba en un calabozo y muchos padecían aun el suplicio para espantar a los demás y hacer morir, conjuntamente con ellos, los sentimientos heredados de nuestros padres.

Atormentada y perseguida, la patria no halló otro refugio contra la tiranía que en la intimidad de una juventud afligida y en algunas almas nobles y puras que supieron concentrar sus principios sagrados para relegar la propaganda a tiempos más favorables y devolver la energía a quienes estaban abatidos y estupefactos.

Los veintiún años de la administración corruptora de Boyer se deslizaron de tal suerte y, durante los mismos, los habitantes de la parte oriental experimentaron toda clase de privaciones, verdaderamente innumerables.

Trató a esos habitantes con más rigor que a un pueblo conquistado por la fuerza. Los persiguió y les sacó lo que podía satisfacer su avaricia y la de los suyos.

En nombre de la libertad, los redujo al estado de servidumbre. Los obligó a pagar una deuda que no habían contraído, exactamente como los habitantes de la parte occidental que se aprovecharon de los bienes extranjeros, mientras nos deben, por lo contrario, las riquezas que nos han usurpado o destinado al fin que más les convenía.

Tal es el triste cuadro del estado de esa parte de la isla cuando el 27 de enero del año pasado, Les Cayes lanzaron en el Sur el grito de reforma. Los pueblos se sintieron en el acto como devorados por un fuego eléctrico.

Adhirieron a los principios de un Manifiesto del 1 de septiembre de 1842 y la parte oriental se jactó, pero en vano de que su porvenir sería más dichoso, a tal punto se hallaban de buena fe.

El comandante Riviére fue nombrado jefe de ejecución e intérprete de la voluntad del pueblo soberano. Dictó leyes según su capricho. Estableció un gobierno sin forma legal y donde no estaba incluído habitante alguno de esta parte que ya se hubiera pronunciado a favor de la revolución.

Recorrió la isla y, en el departamento de Santiago, sin motivo legal recordó con pena la triste época de Toussaint Louverture y de Dessalines; llevaba consigo un monstruoso estado mayor que por doquier introducía la desmoralización.

Vendió los puestos, despojó las iglesias, destruyó las elecciones hechas por los habitantes para tener representantes que defendieran sus derechos, y eso para dejar permanentemente esa parte de la isla en la miseria y en el mismo estado y para conseguir partidarios que lo elevaran a la presidencia, aunque sin mandato especial de sus comitentes.

Así fue. Amenazó la Asamblea constituyente y a raíz de extrañas comunicaciones hechas por él al ejército bajo sus órdenes, resultó presidente de la República.

So pretexto de que en esa parte de la isla se pensaba en una separación del territorio a favor de Colombia, llenó los calabozos de Puerto Príncipe con los más ardientes ciudadanos de Santo Domingo, en cuyo corazón reinaba el amor a la patria y que tan sólo aspiraban a una suerte más dichosa, la igualdad de derechos y el respeto de las personas y de las propiedades.

Padres de familia se expatriaron de nuevo para librarse de las persecuciones que se les infligía. Y cuando creyó que sus designios se habían realizado y que tenía asegurado el objeto que codiciaba, puso en libertad a los detenidos sin darles ni la menor satisfacción por los insultos y los perjuicios que habían sufrido.

Nuestra condición no ha cambiado ni en lo mínimo. Las mismas vejaciones y los mismos impuestos subsisten y han aumentado aún.

El mismo sistema monetario sin garantía alguna prepara la ruina de los pueblos, y una Constitución mezquina que nunca hará honor al país, todo eso ha puesto por doquier el sello de la ignominia privándonos, con una verdadera burla del derecho natural, de la única cosa española que nos quedaba: el idioma natal y ha puesto de lado nuestra venerable religión para que desaparezca de nuestros hogares.

Y, en efecto, si esa religión del Estado, cuando era protegida, fue despreciada y vilipendiada conjuntamente con sus ministros, ¿qué será ahora que se halla rodeada de sectarios y de enemigos.?

La violación de nuestros derechos, costumbres y privilegios y muchísimas vejaciones nos han revelado nuestra esclavitud y nuestra decadencia y los principios jurídicos que rigen la vida de las naciones deciden la cuestión a favor de nuestra patria como la decidieron a favor de los Países Bajos contra Felipe II, en 1581.

En virtud de tales principios, ¿quién se atreverá a repudiar la resolución del pueblo de Les Cayes cuando se sublevó contra Boyer y lo declaró traidor de la patria?

¿Y quién se atreverá a repudiar nuestra propia resolución de declarar la parte oriental de la isla separada de la República de Haití.?

No tenemos obligación alguna con respecto a quienes no nos dan los medios de cumplirla, ningún deber con aquellos que nos privan de nuestros derechos.

Si se consideraba la parte oriental incorporada voluntariamente a la República haitiana, debía gozar de los mismos beneficios y de los mismos derechos de que gozan aquellos con quienes se había aliado, y si en virtud de esa unión estábamos obligados a defender nuestra integridad, ella, por su parte, debía procurarnos los medios de hacerlo; pero faltó a eso violando nuestros derechos, y, por consiguiente, estamos libres de nuestra obligación.

Si se consideraba esa parte oriental sometida a la República, con más razón debía gozar sin restricciones de todos los derechos y prerrogativas sobre los cuales había un convenio y que le fueron prometidos y, si no se realiza la única y necesaria condición de su sometimiento, queda libre y enteramente desligada, y sus deberes, en lo que a ella se refiere, le imponen que provea por otros medios a su propia conservación.

Si consideramos esa Constitución con respecto a la de Haití de 1816, veremos que, además del caso singular de una Constitución dada a un país extranjero que no la necesitaba y no había nombrado a sus diputados para discutirla, hay también una escandalosa usurpación, pues en aquella época los haitianos no tenían aún la posesión de esa parte, exactamente como ocurrió con los franceses cuando fueron expulsados de la parte francesa: como no eran los propietarios, no podían abandonarla a los haitianos.

Por el tratado de Basilea, esa parte fue cedida a Francia y devuelta a España en ocasión de la paz de París, gracias a la cual fue sancionada la posesión que los españoles hicieron efectiva en 1809 y que continuó hasta 1821, época en que dicha parte se separó de la metrópoli.

Cuando, en 1816, los hijos de occidente revisaron su Constitución, esa parte no pertenecía ni a Haití ni a Francia. En lo alto de las fortalezas flameaba la bandera española, gracias a un derecho indiscutible, y del hecho que los indígenas llamaban Haití a la isla de Santo Domingo no debe deducirse que la parte occidental, que fue la primera en constituirse en Estado soberano con el nombre de República de Haití, tuviera el derecho de considerar la parte del Este u oriental como parte integral, cuando la una pertenecía a los franceses y la otra a los españoles.

Lo cierto es, que si la parte oriental debía pertenecer a Francia o a España y no a Haití, pues si nos remontamos a los primeros años del descubrimiento del inmortal Colón, nos damos cuenta de que los orientales tienen más derechos al dominio que los occidentales.

Si, por último, se considera esa parte de la isla conquistada por la fuerza, es por la fuerza, si no hay otro modo, que se resolverá la cuestión.

Considerando los vejámenes y las violencias cometidos durante veintidós años contra la parte anteriormente española, salta a la vista que ha sido reducida a la más extrema miseria y que se está llevando a cabo su ruina, por lo cual el deber de su propia conservación y de su bienestar futuro la obliga sin más a asegurar con medios convenientes su seguridad, pues lo antedicho constituye un derecho (un pueblo que depende voluntariamente de otro pueblo con el objeto de aprovecharse de su protección, queda libre de toda obligación cuando dicha protección le viene a faltar, o cuando eso ocurre por la impotencia del protector).

Considerando que un pueblo obligado a obedecer a la fuerza y que le obedece hace bien, pero que si resiste cuando puede hacer mejor; considerando, por último, que dada la diferencia de las costumbres y la rivalidad existente entre los unos y los otros, nunca habrá armonía ni perfecta unión, y como además los pueblos de la parte anteriormente española de la isla de Santo Domingo comprobaron durante los veintidós años de su agregación a la República de Haití, que no pudieron obtener ventaja alguna, sino al contrario, que se arruinaron, empobrecieron y degradaron y que fueron tratados de la manera más vil y abyecta, han resuelto separarse para siempre de la República haitiana para proveer a su seguridad y a su conservación, constituyéndose, según los antiguos límites, en Estado libre y soberano.

Las leyes fundamentales de ese Estado garantizarán el régimen democrático, asegurarán la libertad de los ciudadanos aboliendo para siempre la esclavitud y establecerán la igualdad de los derechos civiles y políticos sin miramientos para con las distinciones de origen y nacimiento.

Las propiedades serán inviolables y sagradas; la religión católica, apostólica y romana será, como religión del Estado, protegida en todo su esplendor. Pero nadie será perseguido ni castigado por sus opiniones religiosas.

La libertad de prensa será protegida; la responsabilidad de los funcionarios públicos quedará debidamente establecida; la confiscación de bienes por crímenes y delitos será prohibida; la instrucción pública será estimulada y protegida a expensas del Estado; los derechos e impuestos serán reducidos al mínimum; habrá un olvido total de los votos y de las opiniones políticas emitidos hasta este día, y eso mientras los individuos se adhieran de buena fe al nuevo sistema. Los grados y empleos militares serán conservados de acuerdo a las leyes que se establecerán.

La agricultura, el comercio, las ciencias y las artes serán igualmente fomentados y amparados. Lo mismo ocurrirá con el estado de las personas nacidas en nuestra tierra o con el de los extranjeros que en ella querrán vivir, en armonía con las leyes.

Por último, emitiremos lo más pronto posible una moneda con garantía real y verdadera, sin que el público pierda nada sobre la que tiene con el sello de Haití.

Tal es la finalidad que nos proponemos en nuestra separación, y estamos resueltos a dar al mundo entero el espectáculo de un pueblo que se sacrificará por la defensa de sus derechos y de un país que está dispuesto a reducirse a cenizas y escombros si sus opresores, que se jactan de ser libres y civilizados, persisten en su propósito de imponerle una condición que le parezca aún más dura que la muerte.

En vez de transmitir a nuestros y a la posteridad una esclavitud vergonzosa, nosotros, sobreponiéndonos con firmeza y esperanza a los peligros, juramos solemnemente ante Dios y ante los hombres, que empuñaremos las armas para la defensa de nuestra libertad y de nuestros derechos.

Confiamos, sin embargo, en la misericordia divina que nos protegerá e inducirá a nuestros adversarios a una reconciliación justa y razonable para que se evite el derramamiento de sangre y las calamidades de una guerra espantosa que no provocaremos pero que será una guerra de exterminio, si debiera producirse.

¡Dominicanos! (comprendemos bajo esta denominación a todos los hijos de la parte oriental y a quienes quisieran seguir nuestra suerte) el interés nacional nos llama a la unión.

Con nuestra firme resolución, mostrémonos los dignos defensores de la libertad; sacrifiquemos en los altares de la patria todo odio y toda personalidad; que el sentimiento del interés público sea el móvil que nos dirige en la santa causa de la libertad y de la separación.

Con semejante separación nada hacemos contra la prosperidad de la República occidental y favorecemos la nuestra.

Nuestra causa es sagrada. No nos faltará ayuda, pues ya podemos contar con la que nos procura nuestra tierra, y, si fuera necesario, nos valdríamos del auxilio que los extranjeros pudieran procurarnos en semejante caso.

El territorio de la República Dominicana, estando dividido en cuatro provincias, esto es: Santo Domingo, Santiago o Cibao, Azua, desde el límite hasta Ocoa, y Seybo, su gobierno se compondrá de un cierto número de miembros de cada una de esas provincias a fin de que participen de tal suerte y proporcionalmente a su soberanía.

El gobierno provisional se compondrá de una Junta de once miembros elegidos en el mismo orden. Esa Junta tendrá en su mano todos los poderes hasta que se redacte la Constitución del Estado.

Determinará la manera a su juicio más conveniente para conservar la libertad adquirida y nombrará, por fin, jefe supremo del ejército, obligado a proteger nuestras fronteras, a uno de los más distinguidos patriotas, poniendo bajo sus órdenes a los subalternos que le sean necesarios.

¡Dominicanos! ¡A la unión! Se presenta el momento más oportuno. De Neyba a Samaná y de Azua a Montecristi las opiniones son unánimes y no hay un solo dominicano que no grite con entusiasmo: Separación, Dios, Patria y Libertad. Contribución de un anónimo.