domingo, 16 de noviembre de 2003

Biografia de Rafael Leonida Trujillo

A LOS 48 AÑOS DE SU MUERTE EN SANTO DOMINGO

Militar y político dominicano nacido en la ciudad de San Cristóbal, al oeste de Santo Domingo, el 24 de octubre 1891, fue hijo de José Trujillo Valdez y Julia Altagracia Molina Chevalier.

Se inició en la administración pública como telegrafista en 1907. Había realizado estudios primarios. Entre 1910 y 1916 se le vinculó a hechos delictivos. Estuvo encarcelado. Militó en el horacismo.

A finales de 1916, Trujillo fue pesador y guardacampestre en algunos ingenios. Durante la ocupación norteamericana ingresó a la Guardia Nacional creada por los norteamericanos (1918) y ascendió vertiginosamente en la carrera militar.

En 1919 se juramentó como segundo teniente y entre los años 20 y 21 participó activamente en el Este en la represión de las guerrillas antinorteamericanas. Se ganó el aprecio de las fuerzas de ocupación.

Tras su salida de una academia militar en Haina en 1921, fue ascendido a capitán en 1922. De inmediato ocupó puestos de alto mando en la Guardia Nacional transformada en Policía Nacional Dominicana.

Con rango de Mayor, dirigió el Departamento Norte de esta institución en 1924. Con el ascenso de Vásquez al poder (1924), Trujillo ocupó la jefatura de la Policia Nacional. Ya en 1927 fue ascendido a general de brigada. Un año más tarde (1928) la Policia Nacional quedó convertida en Ejército Nacional y fue su Comandante en Jefe.

Trujillo, con claras aspiraciones políticas, fue en 1930 la figura militar que respaldó un movimiento cívico, que se originó en Santiago encabezado por Estrella Ureña (ver) que dio al traste con el régimen de Vásquez (1930).

En estos momentos, la legación de los Estados Unidos en Santo Domingo fue sede de un arreglo que elevó a Estrella Ureña a la Presidencia Provisional de la República. Ese mismo año Trujillo se presentó junto a Estrella Ureña, como candidato a la Presidencia en las elecciones generales.

Esos comicios, caracterizados por el fraude y la represión contra sus contrarios, condujeron a Rafael L. Trujillo Molina a ocupar la Presidencia y a Estrella Ureña a la Vicepresidencia. Este último rompió con Trujillo pocos años después.

Imbert Barrera
1940-1950. Este período se inicia con la ampliación de la 2da. Guerra Mundial, que se extiende hasta el Mar Caribe, pues la marina alemana minó sus aguas con submarinos intentando detener el comercio latinoamericano con Europa y los Estados Unidos, y pasó por los triunfos de la Unión Soviética en varios frentes europeos de la guerra, y también, por la entrada de los norteamericanos en dicho conflicto bélico, y la final derrota de las fuerzas del “eje”, Alemania, Italia y Japón.

El fracaso de Hitler por imponer el fascismo totalitario en todo el mundo, y la importante participación de las fuerzas militares de la Unión Soviética en el triunfo de los aliados (las tropas soviéticas ayudaron a liberar a Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Rumania, etc. fueron las primeras que entraron en Berlín, Alemania) contribuyó en toda América Latina y en todo el mundo a fortalecer las corrientes antidictatoriales y a partidos y gobiernos democráticos.

En nuestro país, interpretando ese viraje de la historia, a partir de aquí, (1944), Trujillo dio inicio a un período de apertura política que permitió actuar brevemente a los opositores a su régimen.

Fue en este momento que se fundó el Partido Revolucionario Democrático Dominicano (más tarde Partido Socialista Popular) y la Juventud Democrática. Ambos agrupamientos combatieron abiertamente la dictadura.

Este ensayo de apertura duró poco, pues el crecimiento de las simpatías de ambos grupos en el seno del pueblo dominicano y el inicio de la “guerra fría” entre Estados Unidos y la Unión Soviética, impulsó a Trujillo a la liquidación de la apertura política.

Ya a finales de 1947, los principales dirigentes opositores a su régimen se encontraban, unos en las cárceles, otros desaparecidos o muertos, y no pocos tomaron el camino del exilio.

Durante este período, el dictador amplió aún más el horizonte de sus negocios y riquezas, con la compra de varios ingenios azucareros, la instalación de importantes industrias monopolistas: fábrica de aceite, de sal, marmolería, de tejidos y cordelería, etc. y también liberó al país de la pesada deuda extranjera (Tratado Trujillo-Hull) que agobiaba a la República, desde finales del siglo XIX, y que fue el motivo central que originó la 1ra. Intervención Militar Norteamericana a la República Dominicana, que duró ocho años: entre 1916 y 1924.

En síntesis, el “Benefactor de la Patria”, como se hizo llamar, se convirtió en el más importante empresario capitalista dominicano, y ello le facilitó una extraordinaria centralización y control de la vida política del país, es decir, la consolidación plena de su dictadura 1950-1961.

Esta fase, puede dividirse en dos momentos; el primero, de 1950 a 1951, y el segundo de 1955 al 1961. Se caracteriza, el primer momento, por la firmeza del régimen en esos años, y el segundo momento, por el surgimiento de la crisis económica que al final se convertiría en crisis política y que originaría su caída.

En los primeros años, el dictador disfrutó del absoluto control político y no se registra el más mínimo acto de oposición.

Pero a partir de 1955, año en que la dictadura celebra su 25 aniversario, con la inauguración de la “Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre”, con una serie de actos deslumbrantes e irracionales que costaron al gobierno más de 50 millones de dólares, la situación comenzó a modificarse, y se inicia un período de dificultades que anuncia la entrada en crisis de la tiranía.

Coincide con esta situación, una ligera caída en los precios de nuestros productos agrícolas de exportación y en el plano internacional, con las caídas de varios dictadores latinoamericanos.

Perón de Argentina, sucumbe en 1955, Rojas Pinillo, de Colombia, huye en 1957, Pérez Jiménez, de Venezuela, es derrocado en 1958, y Fulgencio Batista, dictador de Cuba, cae en 1959, a consecuencia de la lucha guerrillera dirigida por Fidel Castro Ruiz, quien habría de dar inicio en aquel país a un proceso revolucionario que se consolidó definitivamente.

Todos estos hechos, pero sobre todo el último, influirían enormemente en nuestro país y fueron factores importantes en la caída de la dictadura.

Por ejemplo: imbuidos del espíritu de rebeldía y de democracia inaugurado por Fidel Castro en Cuba, un grupo de patriotas (Gesta del 14 de Junio) entrenados en Cuba y con la ayuda de su gobierno y el de Venezuela que presidió Rómulo Betancourt, el 14 y el 19 de Junio de 1959, invadió por tres puntos nuestro país, para dar inicio a la lucha armada contra Trujillo.

Su máximo jefe, el comandante Jiménez Moya (junto a más de un centenar de sus compañeros), murió en combate. La acción militar; puede decirse, fracasó. Pero no así, la acción patriótica, pues este hecho levantó enormemente la conciencia ciudadana y a partir de aquí, creció sin detenerse la oposición al régimen tiránico, que respondió a este despertar del pueblo con increíble brutalidad.

Centenares de jóvenes de todas las edades y de ambos sexos, hombres maduros, y hasta ancianos, que de manera individual o en embriones organizativos manifestaban su inconformidad frente a la dictadura, sufrieron encarcelamientos, torturas y no pocos fueron asesinados. Hasta altos dignatarios de la Iglesia Católica, padecieron persecuciones, asedios y hasta amenazas de muerte.

El acontecimiento más horrible de esta etapa fue el asesinato de las “Hermanas Mirabal”, fundadoras de la organización clandestina, 14 de junio, ocurrió en noviembre 25 de 1960.

Este abominable hecho, sacudió verdaderamente la conciencia de todo el país y encendió el espíritu patriótico de los dominicanos.

Por su parte, los Estados Unidos, comenzaron a mirar con preocupación extrema lo que ocurría en la República Dominicana, y orquestaron en la Organización de Estados Americanos (agosto 1960), una sanción contra el régimen por violación a los derechos humanos y como condena a el intento de Trujillo de asesinar al presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, quien meses antes, había sido víctima de un atentado organizado por el dictador dominicano en complicidad con ex oficiales al servicio del derrocado presidente de aquel país, general Pérez Jiménez.

Los norteamericanos, también redujeron la cuota azucarera e impusieron a Trujillo otras sanciones económicas que afectaron sensiblemente la economía nacional y agravaron la crisis del gobierno dictatorial.

También, por medio de sus agentes, los norteamericanos iniciaron contactos con personalidades inconformes con la dictadura a fin de organizar una acción que terminara con la vida de Trujillo.

En ese orden, por medio de un agente norteamericano nombrado Lorenzo Wimpy residente en Santo Domingo, ofrecieron armas y explosivos, pero luego según se conoce, se desvincularon de esos planes.

Tal era el ambiente político nacional e internacional que existía en la República Dominicana, cuando un grupo de decididos, encabezados por Antonio de la Maza , Huáscar Tejeda, Modesto Díaz, Salvador Estrella Sadhalá, el Teniente Amado García Guerrero , Roberto Pastoriza, Pedro Livio Cedeño, Antonio Imbert Barreras, Luis Amiama Tió, el general Juan Tomás Díaz, Tunti Cáceres, y otros, unieron sus esfuerzos, talentos y corajes, para organizar la emboscada que detuvo el automóvil en que viajaba Trujillo, cuando transitaba desde la ciudad capital hacia San Cristóbal, el 30 de mayo de 1961, dando muerte al dictador con el mismo estilo con que había gobernado: a tiros.

El escritor, investigador y diplomático norteamericano, John Bartlow Martin, quien fue Embajador de su país en la República Dominicana durante el régimen de Bosch, (1963) en su libro “El Destino Dominicano” (Edit. de Santo Domingo, 1975) narra con detalles interesantes, el acto de la muerte del tirano.

“A las ocho y media de la noche, uno de los conjurados, el teniente Amado García Guerrero, del Cuerpo de Ayudantes Militares de Trujillo, llamó por

El oficial le dijo que Trujillo ya se había puesto el uniforme, esto significaba que iba a San Cristóbal. El teniente García Guerrero informó a Juan Tomás Díaz.

Este avisó a los asesinos (SIC) que estaban en los coches estacionados cerca de la casa. Trujillo salió a su paseo nocturno con el general Román entre otros. Le recogió como siempre su Chrysler Imperial a prueba de balas.

Inesperadamente Trujillo llevó primeramente al general Román a la base aérea de San Isidro, para una inspección sorpresa; había encontrado “irregularidades” durante el día en la base (según dice, un centinela no había gritado “firmes” a su llegada).

Luego Trujillo fue a su casa y se cambió otro coche, un Chevrolet del 57 o del 58, los expertos difieren en este y otros detalles, y hacia las nueve y veinticinco salió para San Cristóbal.

Al torcer de la Avenida Máximo Gómez a la Avenida George Washington, el primer automóvil de pistoleros se le colocó detrás; Salvador Estrella Sadhalá y Pedro Livio Cedeño.

Al pasar por la Feria, el segundo automóvil de pistoleros se le colocó detrás con cuatro hombres. Antonio Imbert conducía y Antonio De La Maza sentado a su lado; en el asiento trasero probablemente, el teniente García Guerrero y Bienvenido García.

El tercero, Roberto Pastoriza y Huáscar Tejeda Pimentel, esperaban más adelante, impidiendo el paso en la carretera de dos carriles, sólo a una manzana más allá del alumbrado fluorescente de las calles de la ciudad; en el límite con la oscuridad. Las noches dominicanas en el campo son oscuras.

Al aproximarse el coche de Trujillo al obstáculo, el segundo automóvil que le seguía se colocó a su altura. Antonio de la Maza llevaba una escopeta de cañón doble, calibre 12. Disparó a través de la ventana trasera del automóvil de Trujillo.

Según la mayoría de los relatos, este primer disparo le arrancó el costado a Trujillo y probablemente habría sido fatal. De la Maza disparó el segundo cañón por la ventana lateral y sus compañeros dispararon contra el coche con sus calibres 38 y 45.

Aceleraron, pasaron al coche de Trujillo, y al llegar al obstáculo del tercer coche, dieron media vuelta y detuvieron su propio automóvil, enfocando con las luces a Trujillo que se aproximaba reduciendo la velocidad cada vez más.

El primer automóvil de los perseguidores, siempre detrás del de Trujillo, repentinamente dio la media vuelta y se volvió a la ciudad, tal vez confundido, tal vez a causa de un pánico repentino; y uno de los dos hombres que iba en él, Pedro Livio Cedeño, cayó al pavimento que separaba los dos carriles y fue herido en la refriega que comenzó en aquel momento.

Según el chofer de Trujillo, cuando hicieron el primer disparo Trujillo le dijo: “Para el automóvil. Lucharemos, me han herido”. El chofer vio que la ventanilla trasera había volado y que Trujillo se inclinaba, sangrando, contra la puerta derecha. Propuso dar la vuelta y escapar.

Trujillo dijo que era demasiado tarde, que tenían que salir y disparar. El chofer detuvo el coche, con los faros de los dos automóviles cegándole, y falto de experiencia, no se le ocurrió disparar contra las luces. Los asesinos disparaban y Trujillo salió por la puerta de atrás. El chofer, siempre al volante, rompió el parabrisas y comenzó a disparar con su carabina automática San Cristóbal.

Fue alcanzado una vez, luego otra, luego muchas más. Vació su San Cristóbal de treinta disparos, cogió otra, la vació también, cogió una Luger de nueve milímetros, la vació, se tambaleó, vio a Trujillo tendido en el pavimento dejó caer su pistola, dio unos pasos hacia una pared de cemento, se sentó cegado por la sangre y cayó recostándose en la pared sin sentido (milagrosamente sobrevivió, y hoy día se encuentra en Puerto Rico).

Los hombres que habían estado disparando agazapados detrás de sus automóviles se acercaron. Encontraron a Trujillo tendido en la carretera.

De la Maza dijo que estaba muerto. Pastoriza que todavía no había disparado le dio el tiro de gracia en la cabeza, y luego saltó sobre su rostro y cabeza.

De la Maza exclamó: “Este hijo de perra ya no matará a nadie más” y arrastró el cuerpo por un pie hasta uno de los automóviles de los asesinos. Lo metieron en el maletero del automóvil. Quitaron el automóvil de Trujillo del camino, escondiéndolo parcialmente en la maleza.

Sacaron de él una maleta que contenía trescientos mil dólares. Cuatro de los asesinos estaban heridos. Pedro Livio Cedeño el de mayor gravedad. Todos fueron a la casa de Juan Tomás Díaz para informar.

Díaz y Amiama Tió inspeccionaron el cuerpo. Los pistoleros habían hecho su parte. El generalísimo Trujillo estaba muerto. Fuente: Prensa Internacional Dominicana