miércoles, 9 de enero de 2008

La Historia del Merengue

a tradicional, por simple asimilación del nombre como se ha encontrado en algunos pueblos de la República Dominicana. Pero este fenómeno ha sido poco estudiado y es difícil emitir juicios sobre las formas peculiares de estas variantes.

No sucede así con lo que se llama "pambiche" que según leyendas que puede tener visos de verdad, no es más que el nombre que recibe el jaleo del merengue desprovisto de sus otras partes y adaptado al paso lento de los marinos "yanquis" que ocupaban nuestro país y a los cuales.
Historia del Merengue

El Merengue es un baile folklórico dominicano que se ha difundido ampliamente y que muchos consideran como el baile nacional dominicano.

Origen

Se discute aún el origen del merengue. Entre las opiniones diferentes acerca del tema encontramos: Fue Alfonseca quién inventó el merengue (Segun Flérida de Nolasco).

Su origen y aparición se pierde en las brumas de el pasado (Julio Alberto Hernández).

Nació con carácter de melodía criolla tras la batalla de Talanquera donde triunfaron los dominicanos (Rafael Vidal).

Parece ser que el merengue se desprende de una música cubana llamada UPA, una de cuyas partes se llamaba merengue. La UPA pasó a Puerto Rico, de donde llegó a Santo Domingo ha mediados del siglo pasado (Fradique Lizardo).

Al parecer Lizardo se acerca al meollo de la cuestión. en 1844 el merengue aún no era popular, pero ya en 1850 se puso de moda, desplazando a la Tumba. A partir de ese momento tuvo muchos detractores.

A principios de la década de 1850 se desató en los periódicos de la capital dominicana, una campaña en defensa de la Tumba y en contra de el merengue que reflejaba el auge que iba adquiriendo el merengue en detrimento de la última.

Don Emilio Rodriguez Demorizi dice: "Los orígenes de el merengue siguen pues, en la niebla. No parece que pueda atribuirse a origen haitiano.


De haber tenido esa oscura procedencia no habría gozado de boga alguna en 1855, época de cruentas luchas contra Haiti; ni los que repudiaban al merengue habrían dejado de señalar tal procedencia como suficiente motivo. Tampoco lo señaló Ulises Francisco Espaillat en sus escritos contra el merengue en 1875".

En realidad, poco se sabe en concreto acerca de el origen del merengue. A mediados del siglo pasado, de 1838 a 1849, un baile llamado URPA o UPA Habanera, se paseó por el Caribe llegando a Puerto Rico donde fue recibido.

Este baile tenía un movimiento llamado merengue que al parecer es la forma que se escogió para designar el baile y llegó a nuestro país donde ni siquiera se mencionó en los primeros años.

Posteriormente fue acogido y hasta el Coronel Alfonseca escribió piezas de la nueva música con títulos muy populares como, "Ay, Coco!", "El sancocho", "El que no tiene dos pesos no baila", y "Huye Marcos Rojas que te coje la pelota".

La estructura musical del merengue en la forma que se puede considerar más representativa, constaba de paseo, cuerpo o merengue, y jaleo.

Se le quiere atribuir a Emilio Arte erróneamente el haber agregado el paseo al merengue tal como existía en su época.

Toda la música se escribe a un ritmo de 2 x 4 y existen discrepancias en cuanto al número de compases que deben constituir cada parte, pues se abusaba a veces al alargarlas "ad infinitum".

Las formas literarias que acompañan al merengue son las más comunes dentro de el arte popular la copia, la seguidilla, y la décima, apareciendo pareados de vez en cuando.

Desde el principio el merengue no se interpretó en los instrumentos que poseía el pueblo y que les eran más fáciles de adquirir, las bandurrias dominicanas, el Tres, el Cuatro.

A fines de siglo pasado hizo su entrada por el Cibao el acordeón diatónico de origen alemán que por su fácil manejo desplazó la bandurria.

Por sus escasas posibilidades melódicas este instrumento limitó la música que interpretaba y así el merengue se conservó en cierta forma desvirtuado con relación al original.

Con esta variante el merengue se adentró en la sociedad dominicana, integrándose por completo con ciertos sectores sociales desplazando inmediatamente a otras danzas que como la Tumba, por ejemplo, requerían de sus ejecutantes (bailadores) un gran esfuerzo mental y físico.

Este último tenía once figuras diferentes. Es fácil imaginarse por que el merengue con su coreografía reducida a la más simple expresión pudiera desplazar a todos sus rivales y acaparar el fervor del pueblo.

La coreografía

Del merengue se reduce a lo siguiente: El hombre y la mujer entrelazados se desplazan lateralmente en lo que se llama "paso de la empalizada", luego pueden dar vuelta hacia derecha o izquierda.

Esto constituye el verdadero "merengue de salón, en el cual las parejas no se separaban jamás. Existe también lo que se conoce con el nombre de "merengue de figura" en el cual las parejas hacían múltiples evoluciones y adornos o "floreros" como se le llamaba, pero siempre sin soltarse.
El merengue genuino y auténtico solo sobrevive en las zonas rurales.
La forma tradicional del merengue ha cambiado. El paseo desapareció. El cuerpo del merengue se ha alargado un poco más y en vez de 8 a 12 compases a veces se le ponen desde 32 hasta 48. El jaleo ha sufrido la introducción de ritmos exóticos que lo han desnaturalizado.

Rechazo inicial y aceptación posterior

A pesar de su auge entre las masas populares, la clase alta no aceptó el merengue por mucho tiempo, por su vinculación con la música africana.
Otra de las causas que pesaron sobre el repudio y ataques contra el merengue fueron los textos literarios que lo acompañan, generalmente subidos de tono. Por ejemplo:

En 1875 Ulises Francisco Espaillat inició una campaña contra el merengue que fue totalmente inútil pues ya el baile se había adueñado del Cibao donde se hizo fuerte a tal punto que se asocia hoy esta región como cuna del merengue.

A principios del presente siglo músicos cultos hicieron una gran campaña para la introducción de esta danza en los salones.
Los músicos populares se unieron a esa campaña, la que encontraba siempre la resistencia que inspiraba el lenguaje vulgar de las letras que acompañaban el ritmo.

Juan F. Garcia, Juan Espinola y Julio Alberto Hernández, fueron pioneros en esa campaña. Su éxito no fue inmediato ya que a pesar de que establecieron la forma musical del merengue, no pudieron conseguir que el merengue penetrara en "la sociedad" y se considerara como una creación del pueblo dominicano aceptándola sin aspavientos.

El panorama cambió a partir de 1930, pues Rafael L. Trujillo en su campaña electoral usó varios conjuntos de "Perico Ripiao" y logró difundir al aire nuevo a zonas donde no se le conocía previamente, ayudándole mucho en esa difusión el uso de la radio recién llegada al país antes del inicio de la dictadura.

A pesar de esta gran difusión y propaganda no se aceptó de pleno el merengue en lo que se llamaba "la buena sociedad dominicana" hasta que una familia de la "aristrocracia" de Santiago, en ocasión de la celebración de una fiesta solicitaron a Luis Alberti, que iba a amenizar con su orquesta, que compusiera un merengue con "letras decentes", y este accedió.

Compuso para tal ocasión el "Compadre Pedro Juan", el cual no solo gustó, sino que causó furor, llegando a convertirse en el himno de los merengues. A partir de ese momento comenzó a diseminarse el merengue. Para esto la radio prestó una ayuda generosa.

Al diseminarse el merengue por todo el ámbito nacional, produjo, como toda manifestación cultural, variantes. Estas reflejan el manejo de los elementos culturales hecho al acomodo y conveniencia de algunos.

Como fueron músicos cultos los que fijaron la forma musical del nuevo merengue, los músicos populares trataron de imitar y seguir este modelo mientras que el hombre de campo continuó tocando el merengue de la misma forma.

Esto dio origen a dos formas de merengue bien diferenciadas entre sí. El merengue folklórico auténtico que aún se encuentra en los campos, y el merengue de salón. Este último es el que más se difunde y el que la gran mayoría de personas creen que es folklórico.

Variantes

Algunas de las variantes del merengue se redujeron a designar con este nombre a otro tipo de música tradicional, por simple asimilación del nombre como se ha encontrado en algunos pueblos de la República Dominicana. Pero este fenómeno ha sido poco estudiado y es difícil emitir juicios sobre las formas peculiares de estas variantes.
No sucede así con lo que se llamaba "pambiche" que según leyendas que puede tener visos de verdad, no es más que el nombre que recibe el jaleo lento en los marinos ÿanquis"que ocupaban nuestro país y a los cuales se les hacía un poco difícil adaptarse al ritmo más rápido del merengue.