sábado, 27 de febrero de 2010


En el Día de tu Independencia 27 de Febrero 1844
al 27 de Febrero 2010, 166 años de Independencia.
Felicidades Dominicanos, en cualquier parte
del mundo que te encuentre...!

Nuestra Acta de Independencia de 1863

"NOSOTROS", los habitantes de la Parte Española de la Isla de Santo Domingo, manifestamos por medio de la presente Acta de Independencia, ante Dios, el mundo entero, y el Trono de España, los justos y leales motivos que nos han obligado a tomar las armas para restaurar la República Dominicana y reconquistar nuestra Libertad.

El primero, el mis precioso de los derechos con que el hombre fue favorecido por el Supremo Hacedor del Universo, justificando así nuestra conducta arreglada y nuestro indispensable obrar, toda vez que otros medios suaves y persuasivos, uno de ellos muy elocuente, nuestro descontento empleado oportunamente, no han sido bastantes para persuadir al Trono de Castilla, de que nuestra anexión a la Corona no fue obra de nuestra espontánea voluntad, sino el querer fementido del General Santana y de sus secuaces, quienes en la desesperación de su indefectible caída del poder, tomaron el partido de entregar La República, obra de grandes y cruentos sacrificios, bajo el pretexto de anexión al Poder de España, permitiendo que descendiese el pabellón cruzado, enarbolado por el mismo General Santana, a costa de Ia sangre del Pueblo Dominicano con mil patíbulos de triste recordación.

"Por magnánimas que hayan sido las intenciones y acogida de S. M. Doña Isabel (Q. D. G.), respecto del Pueblo Dominicano, al atravesar el Atlántico y al ser ejecutadas por sus mandatarios subalternos, ellas se han transformado en medidas bárbaras y tiránicas, que este pueblo no ha podido ni debido sufrir. Para así probarlo, hasta decir que hemos sido mandados por un Buceta y un Campillo, cuyos hechos son bien notorios.

La anexión de la Republica Dominicana a la Corona de España ha sido Ia voluntad de un solo hombre que la ha domeñado; nuestros mis sagrados derechos, conquistados con 18 años de inmensos sacrificios, han sido traicionados y vendidos; el Gabinete de la Nación Española ha sido engañado, y engañados también muchos de los dominicanos de Valía e influencia, con promesas que no han sido cumplidas, con ofertas luego desmentidas.
General Pedro Santana
Pronunciamientos, manifestaciones de los pueblos arrancadas por la coacción, ora moral, ora física de nuestro opresor y los esbirros que le rodeaban, remitidas al Gobierno Español, le hicieron creer falsamente nuestra espontaneidad para anexarnos; empero, muy en breve, convencidos los pueblos del engaño y perfidia, levantaron su cabeza y principiaron a hacer esfuerzos gloriosos, aunque por desgracia inútiles al volver de la sorpresa que les produjera tan monstruoso hecho, para recobrar su Independencia perdida, su libertad anonadada.

Díganlo si no, las víctimas de Moca, San Juan, Las Matas, El Cercado, Santiago, Guayubín, Monte Cristi, Sabaneta y Puerto Plata.

"¿Y cómo ha ejercido la España el dominio que indebidamente adquirió sobre unos pueblos libres? -La opresión de todo género, las restricciones y la exacción de contribuciones desconocidas e inmerecidas, fueron muy luego puestas en ejercicio.

"¿Ha observado por ventura para con un pueblo que se le había sometido, aunque de mal grado, las leyes de los piases cultos y civilizados, guardando y respetando cual debía, las conveniencias, las costumbres, el carácter y los derechos naturales de todo hombre de sociedad? Lejos de eso: los hábitos de un pueblo libre por muchos años han sido contrariados impolíticamente, no con aquella luz vivificadora y que ilustra, sino con un fuego quemante y de exterminio.

Escarnio, desprecio, marcada arrogancia, persecuciones y patíbulos inmerecidos y escandalosos, son los tinicos resultados que hemos obtenido, cual corderos de los subalternos del Trono Español, a cuyas manos se confiara nuestra suerte.

"El incendio, la devastación de nuestras poblaciones, las esposas sin sus esposos, los hijos sin sus padres, la pérdida de todos nuestros intereses, y Ia miseria en fin; he aquí los gajes que hemos obtenido de nuestra forzada y falaz anexión al Trono Español-. Todo lo hemos perdido; pero nos quedan nuestra Independencia y Libertad, por los cuales estamos dispuestos a derramar nuestra última gota de sangre.

"Si el Gobierno de España es político; si consulta sus intereses y también los nuestro, debe persuadirse de que a un pueblo que por largo tiempo ha gustado y gozado la libertad, no es posible sojuzgárselo sin el exterminio del último de sus hombres.

De ello debe persuadirse la Augusta Soberana Doña Isabel II, cuya hermosa alma conocemos, y cuyos filantrópicos sentimientos confesamos y respetamos; pero S.M. ha sido engañada por la perfidia del que fue nuestro Presidente, el General y la de sus Ministros; y lo que ha tenido un origen vicioso, no puede ser válido por el transcurso del tiempo.

"He aquí las razones legales y los muy justos motivos que nos han obligado a tomar las armas y a defendernos, como lo haremos siempre, de la dominación que nos oprime, y que viola nuestros sacrosantos derechos, así como de leyes opresoras que no han debido imponérsenos.

"El mundo conocerá nuestra justicia, y fallará. El Gobierno Español deberá conocerla también, respetarla y obrar en consecuencia. He aqui lugar y día en que se firmó nuestra acta de Independencia. Santiago de los Caballeros, Septiembre 14 de 1863.

La Gesta Histórica de 1844

Puestos en contacto los conspiradores de la Reforma Haitiana, con los conspiradores de la Separación Dominicana, se inició el plan para derrocar a Boyer, quien llevaba 25 años como gobernante de Haití, y 21 años gobernando a los dominicanos.

La revuelta militar se inició en Praslin, una finca perteneciente a Charles Herard, quien contaba con el apoyo de hombres experimentados en asuntos públicos y con algunos de los cuales se formaría un gobierno provisional.

El derrocamiento de Boyer se produjo en marzo de 1843, después de algunos choques armados.

Cuando la noticia de tal acontecimiento llegó a Santo Domingo, produjo un ambiente de agitación que amotinó a grupos dominicanos y haitianos antiboyeristas.

Al mando de Duarte, del ex-diputado Alcius Ponthieux y del General Desgrotte, los amotinados con el grito de Viva la Reforma! intentaron apoderarse de lafortaleza de la ciudad, pero fracasaron cuando tropas gubernamentales los hicieron dispersarse y escapar a San Cristóbal.

Con el apoyo de la guarnición de dicho poblado se organizaron, logrando que moradores de Azúa y de Bani formaran parte de un ejército de unos 2,000 hombres que marcharon a Santo Domingo, obligando a que el General Carrié renunciara al mando.

En consecuencia, se formó una Junta Popular y Civil en Santo Domingo que sustituyó el gobierno del General Carrié. Varias juntas se formaron en otras localidades, siempre integradas por dominicanos y haitianos partidarios de defender la Reforma. Duarte participó activamente en la organización de las mismas.

El Gobierno Provisional que encabezaba Charles Herard convocó a las diversas juntas para elegir las autoridades municipales y también los diputados de la Asamblea Constituyente de la República, que debían redactar una constitución-liberal.

Un grupo de dominicanos se hicieron partidarios de una posición autonómica sin romper con la indivisibilidad de la isla.

El grupo dirigió a la Junta Popular de Santo Domingo una petición en la que se señalaba que al no ser considerada la región del Este como un territorio conquistado, se le debía permitir escribir sus documentos oficiales en español, como también la observación del catolicismo, y de usos y costumbres locales.

Se creó además un ambiente de tensiones, de denuncias, de sospechas. La posición de los autonomistas originó debates entre dominicanos y haitianos.

Estos últimos comenzaron a evidenciar que la unidad insular estaba en peligro. Para mediados de 1843, no sólo la agitación separatista publicaba todo tipo de documentación antihaitiana, sino que inclusive muchos trinitarios salieron triunfadores en las elecciones municipales, y trabajaban abiertamente contra la dominación que llevaba casi 22 años.

La movilidad de los separatistas y en especial la de los Trinitarios le fue denunciada a Herard, quien decidió supervisar la zona dominicana, y quien al Ilegal a Dajabón descubrió que pese a los esfuerzos del predominio haitiano, los habitantes del Este seguían manteniendo su idioma y sus costumbres.

En Santiago se inició la persecución de los Separatistas con el arresto de numerosos patriotas. Después continuó en Macorís y Cotui donde Ramón Mella fue hecho prisionero.

Al Ilegar a Santo Domingo, Herard Constató con más certeza la rebeldía antihaitiana, al ser recibido con cierta hostilidad por parte de muchos ciudadanos de origen español quienes habían cerrado las puertas de sus casas en señal de protesta.

Los Trinitarios tuvieron que desbandarse ante el despliegue militar efectuado por Herard para tomar el control y así detener la marcha de los acontecimientos separatistas.

Perseguidos con tenacidad, Duarte y algunos compañeros tuvieron que embarcarse clandestinamente rumbo a Saint Thomas, mientras otros tuvieron que ocultarse, o como Sánchez, fingir enfermedad.

En medio de estas circunstancias, los Trinitarios se vieron desorganizados, pero pudieron recuperarse al quedar su movimiento de independencia bajo el liderazgo de Francisco del Rosario Sánchez.

Obligados a la clandestinidad, los Trinitarios se dividieron en dos grupos. Mientras uno estaba al mando de Sánchez y de Vicente Celestino Duarte, el otro estuvo dirigido por Mella, quien había sido dejado en libertad. En el exterior, Duarte buscó armamentos y otros recursos, principalmente en Venezuela y Curazao.

Al no tener el éxito esperado, ordenó hacer uso de los bienes familiares en beneficio de la causa independizadora.

Además de los Trinitarios, los Separatistas afrancesados se movilizaron calladamente y obtenían el beneplácito del Sr. Levasseur, Cónsul general de Francia en Puerto Príncipe. A través de él ofrecieron entregar Samaná si Francia apoyaba o protegía la Separación. Contando con tal apoyo Bueneventura Báez y sus seguidores planearon dar un golpe en abril de 1844.


Enterados del plan de los afrancesados, los Trinitarios decidieron adelantarse. Para enero de 1844, algunos hombres públicos como Tomás Bobadilla habían sido incorporados al movimiento. También para esa fecha publicaron un manifiesto como contraparte a otro publicado por los afrancesados en Azua.

Mientras estos últimos justificaban la necesidad de separarse de Haití y acogerse a la protección de Francia, los Trinitarios invitaban a la rebelión abierta.

En el manifiesto que hicieron circular profusamente, y el cual redactó Bobadilla, se establecía "el deber de los pueblos de sacudir el yugo", al mismo tiempo que anunciaba los males que había engendrado la ocupación haitiana, pero sin incitar al odio o a la venganza".

Para febrero, la situación de Santo Domingo hacía propicio llevar a cabo el plan de la separación, como también las condiciones del gobierno de Herard, quien enfrentaba numerosos problemas en Puerto Príncipe y otras zonas occidentales, razón por la cual se había retirado de la región dominicana meses atrás con el apoyo de los hateros seibanos, los Trinitarios acordaron reunirse en la Puerta de la Misericordia el día 27 por la noche, y de allí marchar hasta el Baluarte del Conde, al mismo tiempo que se posesionaban de algunos sitios estratégicos. Una vez en el Baluarte izaron la bandera, y en medio de la agitación, las tensiones del momento y de un breve tiroteo que se produjo, proclamaron la independencia. La misma no sólo constituía el fin del predominio haitiano, sino el nacimiento de la Republica Dominicana.

Nota: datos tomados del libro "VISION GENERAL DE LA HISTORIA DOMINICANA" por Valentina Peguero y Danilo de los Santos.

viernes, 26 de febrero de 2010

Se describen las principales conspiraciones contra el régimen de Boyer, comenzando por la "Revolución de Los Alcarrizos"

Cuatro de los conspiradores de
Los Alcarrizos fueron fusilados

Santo Domingo, 10 de febrero de 1844.- . Una de las primeras manifestaciones de que la unidad de los dominicanos bajo el nuevo orden de cosas patrocinado por los haitianos no era unánime, lo constituyó la denominada “Revolución de Los Alcarrizos” que estalló a principios de 1824, es decir, dos años después del inicio de la dominación haitiana.

Este movimiento tenía por objetivo destruir el dominio haitiano y pasar a la parte del Este, de nuevo, bajo la bandera de España. Recibió su nombre de la población, cercana a Santo Domingo, de donde provenía uno de sus principales cabecillas.

El 15 de febrero de 1824 se celebró una reunión para ultimar los detalles de la rebelión que encabezaba Baltazar de Nova, y que tenía como protagonistas al cura Pedro González, párroco de Los Alcarrizos; Lázaro Núñez, capitán de la misma sección y José María de Altagracia, de Higüero.

Sin embargo, el cabecilla Nova tuvo la imprudencia de adelantarse a la hora del golpe, reuniendo hombres a la vista de todos en las inmediaciones del poblado de San Carlos, los cual puso en alerta a las autoridades encabezadas por el gobernador Borgellá, quien reunió unos 200 hombres del regimiento haitiano No. 12 para perseguir y dispersar a los amotinados.

Los capturados, como era de esperarse, fueron sometidos a juicio, y condenados el 8 de marzo, a la pena de muerte Lázaro Núñez, José María de Altagracia, Facundo de Medina y Juan Jiménez.

El presbítero Pedro González, Ignacio de Suárez, José Ramón Cabral y José Figueredo, fueron condenados a cinco años de prisión y otros más a penas menores. La sentencia fue ejecutada al día siguiente.

La severidad de las penas motivó a otros dominicanos no afectos con el nuevo estado de cosas a emigrar del país. De las regiones del Cibao, se citan a los Rojas, Espaillat, Pichardo, Portes, Salcedo y Del Monte, como del grupo de los emigrantes que salieron hacia Puerto Rico y Cuba.

El cabecilla de la rebelión, Baltazar de Nova, fue juzgado en contumacia y condenado a muerte, pero pudo escapar por el puerto de Cabo Haitiano. Se ha sabido que falleció hace algunos años en Venezuela.

Esta rebelión fue considerada muy importante tanto por dominicanos como por haitianos que entendían que la misma contaba con posibilidades de triunfo. Sin embargo, la debilidad del medio, así como la rápida y vigorosa represión de las autoridades haitianas, impidió su victoria final.

Es importante destacar la presencia de un miembro de la iglesia en el movimiento, pues la misma reafirma el general sentimiento de repulsa que este sector de la población sentía frente al nuevo orden de cosas, sino que, además, su prisión motivó los más airados comentarios.

Conspiración del Arzobispo Valera

Sociedad La Trinitaria
El gobierno español inició gestiones tendientes a reclamar al gobierno haitiano la devolución de la parte del Este de la isla. Como es de esperarse, estas pretensiones del gobierno español fueron rechazadas por los haitianos alegando la teoría de los “derechos perdidos”, pues la ocupación haitiana se había realizado luego de que España perdiera sus derechos sobre la parte del Este a consecuencia de la Independencia Efímera del Dr. Núñez de Cáceres.

Sin embargo, estas reclamaciones levantaron el ánimo de los grupos pro españoles que quedaban en esta parte, encabezados por el Arzobispo monseñor don Pedro Valera y Jiménez.

El gobernador Borgellá sospechaba que el prelado estaba en combinaciones con elementos afectos al grupo pro-español, principalmente con el nombrado Francisco Solá y otros individuos, quienes, según informaciones, se habían embarcado hacia Puerto Rico y Cuba, posesiones españolas, para obtener recursos para un levantamiento.

Según se ha informado, el gobierno haitiano mandó a asesinar al Arzobispo con un matón de apellido Romero, el cual se arrepintió a ultima hora y pidió perdón al prelado por la acción que intentaba.

Este incidente llegó a conocimiento de la población de Santo Domingo, lo que constituyó una situación bastante embarazosa para el gobierno haitiano, que ante la misma, expidió pasaporte al Arzobispo, para que abandonara el país, lo que hizo embarcándose por La Habana en julio de 1830.

Ante la situación creada, otras familias optaron por emigrar hacia las posesiones españolas en el Caribe.

Conspiración de La Reforma

El movimiento más importante, sin embargo, iba a salir de las propias filas haitianas: La Reforma.

Como se sabe, en el año 1823, Boyer debió sofocar varias conspiraciones de los partidarios de España en la parte del Este, un motín contra las tropas haitianas que vigilaban a un grupo de trabajadores que limpiaban el camino de Santiago a Puerto Plata, y en 1824 debió reprimir con mano dura, la rebelión de Los Alcarrizos.

Sin embargo, el mayor peligro para el régimen de Boyer provenía de los militares haitianos que encontraron motivos de queja en el tratado que reconoció la independencia de Haití a cambio de una indemnización de 150 millones de francos, así como en la crisis económica que afectaba, particularmente, al sector de bajos ingresos de la población de la isla.

No es sorpresa, pues, que el los dos años más importantes movimientos contra Boyer ocurrieran en el mismo año, 1838, aunque por motivos diferentes: la conspiración para asesinar al presidente Boyer y a su Secretario General, el ministro Inginac, y la conspiración dominicana iniciada con la fundación de la sociedad secreta “La Trinitaria”.

Hubo conspiraciones haitianas también en el 1837, encabezadas por militares negros del norte, aplacadas por la cuestión racial, que en Haití también tenía sus implicaciones.

Se sabe que los dominicanos, activados por la labor conspirativa de Juan Pablo Duarte, habían iniciado movimientos aislados de conspiración desde el año 1834, pero no es sino hasta julio de 1838, cuando el plan toma forma con la organización de La Trinitaria.

Las desavenencias en el seno del gobierno haitiano por la labor de algunos diputados desafectos al régimen y la represión a que fue sometido el cuerpo legislativo en general, y los diputados opositores en particular, solo dejaron abierta la vía de la revolución contra el gobierno de Boyer.

Los opositores al régimen de Boyer en Haití se organizaron en una “Sociedad de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”, dirigida por H. Dumesle, que promovía banquetes con charlas y discursos en los que se enaltecían las ideas liberales y la necesidad de reformar el estado haitiano.

El gobierno sabia que detrás de los banquetes había una actividad conspirativa de primer orden, sobre todo en los pueblos del Norte como Los Cayos y Jeremie, pero no pudo actuar contra ellos, porque el terremoto del 7 de mayo de 1842 consumió todas las energías del régimen que ahora tenia que luchar también contra los elementos y el pillaje desatado en las ciudades destruidas, principalmente en Cabo Haitiano y Santiago

En septiembre de 1842, la Sociedad lanzó un manifiesto en el que atacaban el absolutismo de Boyer y en el interím se designo al general Charles Herard como comandante del movimiento.

Finalmente, el golpe fue dado el 27 de enero de 1843, en Praslin, en la finca de Herard y apoyado por la juventud de Santo Domingo en marzo de ese año. El gobierno de Boyer cayó el 14 de marzo y con él finalizaron veinticinco años de dictadura en Haití, de los cuales, la parte del Este tuvo que sufrir 21 largos años.

El triunfo del movimiento haitiano desataría las fuerzas contenidas de los dominicanos, ya organizados desde 1838, como veremos en la próxima entrega de El Diario de la Independencia.

Nuestro Glorioso Himno Nacional